Vecinos plantean crear observatorio contra la contaminación acústica en La Paz

La plaza Tejada Sorzano, un espacio de encuentro y charla, se convirtió en el escenario de un reclamo que resonó con fuerza en las palabras de Saúl Pantoja. En medio del bullicio de la ciudad, el alcalde Iván Arias escuchaba atentamente mientras su programa radial “El Negro en la Calle” se desarrollaba en vivo, buscando conectar con la comunidad y sus preocupaciones.

Sin embargo, la voz del médico, quien se presentó con un tono firme y decidido, logró captar la atención de todos los presentes. «Te juro que esto es una vergüenza», comenzó Pantoja, recordando su experiencia en el velorio donde se conocieron.

Con una preocupación palpable en su voz, el médico expuso el problema que tanto le inquietaba: la contaminación acústica generada por las motocicletas. «Las motos que pasan como si nada, con silenciadores que no cumplen su función, están causando estragos en nuestra salud», afirmó. Su diagnóstico era claro: el ruido de los escapes supera los 120 decibeles, muy por encima del límite recomendado de 70.

El Alcalde, que parecía haber escuchado muchas quejas a lo largo de su gestión, asintió mientras Pantoja describía cómo las motos se congregan en grupos, creando un ambiente insoportable para los vecinos.

«Vivo a dos cuadras, en la Busch, y hasta las once de la noche no se puede descansar», relató, enfatizando la desesperación que sentían muchos habitantes. La impotencia era evidente, pero el médico también traía consigo una propuesta: la creación de un observatorio para medir y documentar los niveles de ruido en puntos estratégicos de la ciudad.

«Es el único país en Latinoamérica que no tiene legislación al respecto», señaló con indignación, haciendo eco de un sentimiento compartido por muchos. La falta de acciones concretas para abordar la contaminación acústica era una herida abierta que requería atención. «Es un compromiso bajar la contaminación acústica», respondió el alcalde, mostrando su disposición para tomar medidas.

A medida que la conversación avanzaba, quedó claro que las quejas no eran solo un eco de descontento, sino una llamada a la acción. La risa y la broma que solían acompañar esta clase de encuentros quedaron atrás, reemplazadas por una seriedad que reflejaba la urgencia del tema.

Finalmente, mientras la autoridad se preparaba para continuar con su programa, el aire estaba impregnado de un renovado sentido de propósito. La contaminación acústica, un tema que por mucho tiempo había pasado desapercibido, había encontrado su voz en la plaza Tejada Sorzano. Y el compromiso del Alcalde, junto a la determinación de los vecinos, era el primer paso hacia un cambio que todos anhelaban.

  • ///FUENTE: AMUN///