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La variante Ómicron BA.2 del COVID-19 es la dominante en Estados Unidos, al representar más de la mitad de los nuevos casos reportados; sin embargo, el país aún presenta niveles “relativamente bajos” de contagio, según aseguró la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad (CDC) el miércoles.
“Ahora mismo seguimos teniendo niveles relativamente bajos de enfermedad, aproximadamente 27.000 casos al día, pero en mayor proporción están relacionados a la BA.2”, dijo la directora de los CDC, Rochelle Walensky, en una audiencia ante el Congreso.
La BA.2 -una versión de la variante Ómicron BA.1- es “ligeramente más transmisible” que esta, aseguró Walensky, y representa el 55% de los casos reportados en EE. UU. La semana pasada, esta subvariante representaba un 35% de los nuevos contagios, según datos de los CDC, lo que demuestra un avance en la propagación de la variante.
Los contagios diarios de COVID en EE.UU., sin embargo, han disminuido significativamente desde el pico durante la ola de ómicron a finales del 2021 y principios de este año, donde se llegaron a reportar 700.000 nuevos casos diarios, de acuerdo con datos de los CDC.
Los fondos se agotan
En una conferencia de prensa también el miércoles, el presidente Joe Biden celebró el progreso que EE. UU. ha hecho para controlar el virus, asegurando que la pandemia no ha acabado pero que “el covid ya no controla” la vida de los estadounidenses.
“Debido a la estrategia que ejecutamos durante el año pasado sobre vacunas, pruebas, tratamientos y demás, ahora estamos en un nuevo momento”, explicó Biden, quien además anunció el lanzamiento de una herramienta digital que facilita el acceso de los ciudadanos a pruebas, vacunas, mascarillas y datos sobre la propagación del virus en sus comunidades.
Sin embargo, el mandatario pidió al Congreso aprobar un presupuesto adicional de 22.600 millones dólares para el control de la pandemia, alertando de que, en caso de no contar con los fondos, el país podría verse obligado a reducir la distribución actual de test y vacunas a todos los estadounidenses.
Biden, quien al término de su intervención recibió una segunda dosis de la vacuna de refuerzo contra el COVID-19, recién aprobada por la FDA, pidió a los legisladores dar luz verde a los fondos para poder continuar con la lucha contra el virus.
“Si necesitáramos una vacuna diferente para el futuro, para combatir una nueva variante, no vamos a tener suficiente dinero para comprarla. No podemos permitir que eso suceda”, dijo el presidente Biden en una rueda de prensa. “No podemos esperar a estar en el medio de otra ola [de contagios] para actuar”.
La propuesta de la Casa Blanca ha sido rechazada por legisladores republicanos, que antes exigen una detallada explicación sobre el gasto de un multimillonario presupuesto adjudicado previamente para los mismos fines.
Walensky, por su parte, argumentó a favor de la inversión proyectada en el presupuesto para el año fiscal 2023 de la Casa Blanca en materia de salud.
“El presupuesto del presidente da una hoja de ruta que nos guía para estar más preparados para la próxima emergencia de salud pública”, dijo la funcionaria.
El presupuesto de la Casa Blanca pide al Congreso 82.000 millones de dólares en fondos para las agencias sanitarias del gobierno de EE. UU., incluidos 28.000 millones para los CDC.
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