ANDRÉS GÓMEZ
Comienzo autoidentificándome como quechua, mas no como indígena (porque indígena es un originario casi puro, yo soy una mezcla cultural de charcas y de invasores incas, españoles y otros). Lo hago en el marco del artículo 21.1 de la Constitución que me garantiza el derecho a la “autoidentificación cultural”. El prefijo “auto” significa “por uno mismo”. En consecuencia, autoidentificación quiere decir: Identificarse por uno mismo con la individualidad más coherente a su cultura y a su alma.
El artículo 21.1 es uno de los preceptos más liberales porque garantiza la individualidad y el desarrollo del carácter de cada persona, y bloquea toda injerencia del Estado, de la sociedad y de toda autoridad en la vida de un ciudadano. Establecida la garantía constitucional, no hay ninguna fuerza legal que faculte al gobierno central limitar la autoidentificación o inducir a un boliviano a categorías predeterminadas.
“La única razón legal para usar de la fuerza contra un miembro de una comunidad civilizada es de impedirle perjudicar a otros, pero el bien de este individuo, sea físico o moral, no es razón bastante”, escribió Stuart Mill, en 1859. En el presente siglo, este principio se mantiene. Ni el Estado ni la sociedad ni el gobierno es quién para decir a una persona con qué nación debe, tiene o le conviene identificarse.
Las interpretaciones jurídica y literal del artículo 21.1 coinciden en comprender que la palabra auto-identificación excluye elementos externos a la individualidad porque sólo una persona entiende lo que es bueno para ella y le favorece mientras no violente los derechos de otros ciudadanos.
Si un boliviano o boliviana quiere identificarse, en el Censo 2022, como mestizo/mestiza lo hará en ejercicio de su libertad de expresar su ser. Su decisión no afecta ni afectará los derechos de otras personas; por tanto, estas personas no pueden obligar a aquel a asumir una identidad que no quiere.
La autodeterminación de autoidentificarse como mestizo no contradice los intereses del gobierno porque se supone que el gobierno (democrático) por antonomasia tiene los mismos intereses que aquel. Sólo un gobierno antidemocrático tiende a tener intereses contrarios a los propios gobernados o a una parte de éstos.
Sí. Sólo un gobierno antidemocrático es capaz de inmiscuirse, usando el poder recibido por un periodo limitado, en una vida, ya sea para anular las particularidades individuales o para uniformar las culturas en una sola: la indígena. Es inadmisible para el soberano, que descansa en individualidades, que el gobierno pretenda excluir a quechuas/weenhayek , aymaras/guaraní o afroindígenas (identidades múltiples) englobándolos en una única categoría. Si una persona es indígena nomás, ¿qué sentido tiene la pregunta sobre la nación con la cual uno se identifica? Debería reducirse a una disyuntiva: ¿Se autoidentifica usted como indígena o no indígena?
La soberanía de un ciudadano es tan sagrada como la soberanía de un Estado independiente. Éste tiene la obligación de resistir la injerencia de fuerzas extranjeras. Aquel tiene la obligación de rebelarse ante la injerencia de un gobierno que viola su derecho a autoidentificarse.
Un gobierno democrático no se cree poseedor de la verdad; por ello, fomenta la diversidad de pensamientos y respeta la multiplicidad de identidades como una condición de progreso, bienestar y democracia. Más aún cuando la historia de la humanidad ha establecido que lo que ayer era mentira o malo, hoy es verdadero y bueno.
Así se explica que aquel extraordinario hombre condenado a la cruz por hereje por la multitud y los sacerdotes de su propia nación, siglos después es considerado como salvador de la humanidad. La “verdad” que ayer lo crucificó resultó tiempo después ser una mentira. Pasa lo mismo con el mestizo. La “verdad” que ayer lo consideró como una indeseable mezcla de razas, hoy lo reivindica como el epítome de las culturas vivas y como el elemento cohesionador de la nación boliviana.
Que yo me identifique como quechua, mas no como indígena, ¿a quién perjudica? ¿Al gobernante que quiere encasillarme en una identidad que luego usará para imponer un discurso fascista? ¿Al aymara que no se cree boliviano? ¿Al cruceño que se autoidentifica como camba? A nadie. Pero será de enorme beneficio para mí porque habré conservado mi individualidad que muy probablemente mutará en el censo de 2032, cuando ya se hayan extinguido algunas naciones que no fueron protegidas por el Estado Plurinacional.
O quizá en 2032 ya no exista ni el Estado Plurinacional y haya vuelto (sin haberse ido nunca) la República de Bolivia. Por ello, no viola ningún derecho mío que un semejante diga: soy mestizo y ¡qué! No reduce en absoluto mi individualidad, por el contrario: refuerza mi autoidentificación. Pues para ser uno mismo necesito de los otros diferentes.
ANDRÉS GÓMEZ VELA
Periodista y Abogado
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21