Sobre la verdad y la percepción de la verdad

“Si alguien demuestra que estoy equivocado, contento cambiaré de proceder, puesto que busco la verdad y nunca nadie ha sido herido por la verdad. Lo que perjudica es persistir en el propio engaño e ignorancia”

Marco Aurelio – Emperador Romano

En una época donde el fenómeno de la extrema polarización en el pensamiento de la población parece ahondarse y el relativismo consecuencia de los pensamientos positivistas del siglo XX campan a sus anchas, creo que es preciso reflexionar sobre el verdadero objetivo del pensamiento: la verdad.

Es de lo más común escuchar la frase: “la verdad no es absoluta”, premisa ampliamente aceptada pero la cual denota confusión y contradicción en sí misma.

Antes de continuar debo hacer una aclaración, este pequeño escrito no busca afianzar mi posición personal como “la verdad”, puesto que ello iría en contra de la reflexión que deseo plasmar, la cual en mi mente parece simple y evidente, pero al momento de escribir este artículo me doy cuenta de que es sumamente retador.

La frase: “la verdad no es absoluta” es un oxímoron, puesto que de ser verdad esta frase, invalida el contenido de la misma, ya que pasaría a contradecir su propio contenido, es decir: si la frase es verdad se vuelve un absoluto, demostrando que la verdad es absoluta.

Es en este punto que por lógica debemos inferir que la verdad es absoluta y de no ser así, deja de ser verdad, y es aquí donde debemos hacer una importante diferenciación, la verdad no es sinónimo de la apreciación de la verdad, con ello quiero decir que la verdad no depende de los individuos que la perciben, siendo que es un hecho absoluto e independiente; en cambio, la percepción de la verdad es aquello que cada uno de nosotros realiza en el día a día en la apreciación de su entorno, en resumen, la verdad es absoluta, la apreciación de la verdad es subjetiva.

Los humanos no podemos ver ni percibir la verdad, a lo mucho nos limitamos a apreciarla en la medida de nuestras capacidades, puesto que, tanto nuestros sentidos (vista, olfato, oído, gusto, etc.) son limitados, así como también lo es nuestra racionalidad; por ello, no contamos con las capacidades de percibir un absoluto, es verdad que con el tiempo nos hemos hecho de herramientas que nos ayudan a vislumbrar mejor el universo que nos rodea, pero con seguridad, aún así, no tenemos la virtud de ver la verdad en su verdadero esplendor.

A riesgo de equivocarme, considero que los humanos no tenemos ni tendremos la capacidad de apreciar la verdad en su gran magnitud, aún así, su búsqueda es un deber moral de todos aquellos que buscan el progreso humano, y es en ese sentido que debemos estar alertas y autoreflexionar de las posiciones absolutas que tomamos en el día a día.

Gracias a las redes sociales, los diferentes individuos defienden a capa y espada posiciones de manera dogmática repiten con total certeza, puesto que se alimentan constantemente de solo aquello de lo que ya están convencidos, rara vez se exponen a ideas diferentes y menos aún investigan con ánimos de aprender, olvidando una variable muy importante, la posibilidad de que estemos equivocados.

Ser conscientes de que como seres humanos no podemos ver la verdad absoluta nos hace asumir que prácticamente con seguridad estamos equivocados en una o varias ideas que propugnamos, y nos da la humildad de aperturarnos a las posibilidades y aportar al debate, no con el fin de ganar o ridiculizar al rival sino para dar una paso más que nos acerque a la tan anhelada verdad.

  • ESTEBAN EDUARDO BURGOA CARDOZO
  • Director Ejecutivo Generación Bicentenario
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