“¿Y supieron que se murió Eligio Martinez?”, decía Jorge en un encuentro familiar que tuve el fin de semana. ¡Cómo no voy a saber! Eligio hace como treinta y cinco años, cuando tuve la suerte de entrar a la zona de calentamiento de jugadores en el Siles (gracias a un gran amigo de mis papás que era el Jefe del estadio) me gritó: “¡pásame la bola, chango!”, cuando el balón salió del campo hasta casi mis pies. Era un partido contra Petrolero de Cochabamba. ¡Qué gran honor el mío!, le pasé la bola a un jugador del Tigre, es decir, participé de la nueva jugada, fui feliz. Se fue el “cariñosito”, al que adoraba verlo meter goles de cabeza para el Tigre.
Eligio, decían las malas lenguas, tenía un dicho: “pasa la pelota o el jugador, pero nunca las dos cosas”. Y si pasaban, estaba en el arco su eterno compañero, Luis Galarza, tal vez el mejor arquero que vistió la camiseta aurinegra y la del seleccionado boliviano. En las Eliminatorias para el Mundial 1982, de esos éxitos que nunca se olvida, Bolivia le empataba en el Morumbi de Sao Paulo a la selección brasilera, Luis Galarza tapaba todo lo que le pateaban. Yo desde la tele, sólo lo admiraba. Lucho también se fue de nuestra tierra hace unas semanas.
Anoche vi una serie en Netflix, del Fideo Di María contando su vida y su despedida de la selección argentina, y quién sabe del fútbol. Soy tan pelotudo que hasta me sacó unas lágrimas. Seguro ya saca la misma Luis Suárez, pensaba, ojalá pongan esa imagen en la que celebraba en la puerta al vestuario, que el negro de Ghana fallaba el penal que él había provocado (solo para entendidos), así también le doy una lágrima al uruguayo, ¡Ídolo! Te fuiste de tu selección unos días después de Cavani. De esas cosas que uno piensa de viejo: “Luego de Suárez y Cavani, ¿hay vida en Uruguay?”
Recuerdo como recién había cambiado de dígito, ya era un poquito menos irresponsable y doce kilos menos (al menos), salté, grité y lloré el gol de Etcheverry a Brasil en la General del Siles, en las eliminatorias del 93. Hace unos días supe que Sergio Rivero, y antes, Roberto Pérez “el Cañonero”, que fueron al único mundial que Bolivia fue por mérito propio, habían pasado también a otra vida.
Ya me parezco a los “viejos” de antes, cuando hablo del Tigre con mi familia. Creo que el mejor diez fue Escóbar, el mejor arquero Galarza, el mejor defensor Sánchez, el mejor mediocampo, el negrito Castillo. Ya sólo hablo del pasado, incluso tres de ellos se fueron de aquí, pero los vi y me alegraron mis días., Esos días nolvidables.
No me pierdo una final de la Champions League desde que me acuerdo, tampoco las semifinales, bueno, no me pierdo nada, Y como soy asiduo fanático de la Liga inglesa, me sé los apellidos de los jugadores de ahora, los que ya podrían ser mis hijos; pero cuando me dicen ¿quiénes crees que fueron los mejores?, siempre responderé: Ronaldinho y Ronaldo, no hubo mejor que eso. Y debo explicarles, mostrarles a los chicos de hoy, qué hacían esos genios.
Martins deja la selección y hay unos cuantos ignorantes que se alegran, no saben lo que significa, ojalá tengamos nuevamente a alguien como ese gladiador que me dio una de las tardes más bellas de mi vida desde la General del Siles. Martins hacía el primer gol, asistía, y junto a sus compañeros, le metíamos seis goles a Messi, cuando Maradona estaba en el banquillo.
Se están yendo todos, nos estamos yendo todos, penas de un cincuentón. Hice del fútbol mi vida, y luego de sentir la pena de la muerte de Eligio con mi familia, hablé del 2 a 1 a Chile, que el segundo metió el Miguelito del Santos y que somos la selección más joven del mundo. Charlando así, se van las penas…
- JULIO LINARES
- ECONOMISTA
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