Se asigna poca importancia al aporte de la mujer rural en la economía latinoamericana

RODOLFO FAGGIONI

Con frecuencia, se asigna escasa importancia al aporte crucial de la mujer indígena  en la producción agrícola y en la economía familiar. En América Latina, las estadísticas oficiales no reflejan de manera adecuada su contribución a la agricultura rural, debido en parte a que su trabajo no es renumerado o se realiza fuera de su zona de cultivo.

En el sur del continente americano, el 85% de las mujeres campesinas trabajan la tierra, constituyendo el 42% de la fuerza laboral agrícola, y siempre en esta zona del continente, existe una división tradicional del trabajo agrícola por la que corresponde a las mujeres tareas arduas, mientras los hombres se ocupan de trabajos agrícolas más livianos.

Actualmente el aporte de la mujer en la producción agrícola es mayor que antaño y esto se explica con la migración de los hombres a las ciudades, que deja a la mujer el trabajo del campo. Los hogares del campesinado pobre dependen cada vez más de los ingresos de la mujer, que tiene que cultivar la tierra para hacer frente a las necesidades familiares. Además de las tareas agrícolas, la mujer asume la total responsabilidad de su familia y muchas de las labores domésticas exigen considerable tiempo y energía.

Los planes de desarrollo, muy lejos de negar, confirman a menudo la importancia del papel doméstico de la mujer. Sin embargo, rara vez una mujer campesina ha tenido acceso a la asistencia técnica, a la capacitación o al crédito, lo que demuestra un escaso reconocimiento de su aporte a la producción agrícola y a otras actividades económicas. Los planes de desarrollo rural han descuidado frecuentemente las necesidades de la mujer, canalizando hacia los hombres la mayor parte de los beneficios.

Las leyes son frecuentemente discriminatorias contra la mujer, que o tienen limitado acceso a los recursos de la tierra, o carece totalmente de títulos sobre la tierra, por lo que no está en condiciones de ofrecer garantías tangibles en caso que desee obtener créditos. Desprovistas de tierra como son en la mayor parte de los casos, encuentran las mismas dificultades en materia de matrimonio o herencia.

Según estudios e informes presentados en conferencias, se ha hecho presente el hecho paradójico que introduciendo una nueva tecnología, ésta sea de ayuda al hombre en sus tareas agrícolas no tomando en ninguna consideración a la mujer, que debe continuar su trabajo en el campo con métodos ancestrales. Uno de los factores que ha contribuído a la aguda escasez de alimentos en los países del Sud del Continente Americano ha sido la forma sistemática de la exclusión de la mujer agrícola al acceso al trabajo mecanizado de la tierra y del control de la agricultura moderna en esas regiónes.

Se suele dar por entendido que la mujer se beneficia automáticamente de los proyectos de desarrollo agrícola, puesto que ella constituye cerca de la mitad de la población rural. Pero se olvida que la mujer tiene necesidades específicas que se deberían tener en cuenta y tratarse, a veces, en forma independiente. Carentes de una adecuada asistencia técnica, mucha veces su productibidad y rendimiento siguen siendo bajos, a pesar de sus largas horas de trabajo en le campo.

RODOLFO FAGGIONI
Periodista y Corresponsal en Italia. Miembro efectivo de Prensa Internacional
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21