El pasado martes los estadounidenses se dieron cita en las urnas para decidir al que será el ocupante de la Casa Blanca por los próximos cuatro años, eligieron además la composición del Congreso y varios gobernadores estatales. La participación electoral fue masiva a diferencia de otras oportunidades y los resultados muestran un triunfo categórico del Partido Republicano a la cabeza de Donald Trump, tal como se había ido mostrando en las encuestas presentadas durante las últimas semanas.
El expresidente que asumirá su segundo mandato el próximo mes de enero, compareció ante los medios a poco de conocerse los resultados preliminares presentados por la AP Associated Press (Prensa Asociada) desde Florida (Miami), para anunciar su victoria a pesar de que los resultados le daban apenas 267 votos electorales, vale decir, a tan solo tres de controlar el Colegio Electoral que le permitiría garantizar su victoria.
Donald Trump ha conseguido el triunfo no sólo en los Estados más grandes, también lo hizo en aquellos más representativos que, en definitiva, han resultado ser clave para consagrarse como vencedor incuestionable de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. A falta de conocerse los resultados oficiales en Estados como Arizona o Alaska, un triunfo con bastante autoridad le da una diferencia de 292 votos electorales contra los 224 obtenidos por su contrincante Demócrata Kamala Harris. La voluntad popular en las urnas también ha sido contundente, un 51% de votos frente a un 47%, le permitirá a partir del mes de enero controlar la Cámara de Representantes así como el Senado estadounidense.
Más allá de considerarse un rotundo éxito el triunfo republicano, debería analizarse desde el bando opuesto como un rotundo fracaso de los demócratas. Perder el Senado no estaba entre sus planes. En las polémicas elecciones del 2020, los republicanos habían asegurado su triunfo en el Senado, logrando mantener control al momento de confirmar jueces federales o aprobar leyes sin necesidad de negociar con sus opositores. En estos comicios la victoria republicana ha sido total y no admite apelación alguna.
Los demócratas han perdido rotundamente en todos los frentes y ahora, atónitos observan las consecuencias de una gestión marcada por cuestiones marcadas por la ideología de una agenda globalista que en palabras del periodista británico Constantin Kisin, ha terminado por agotar la paciencia del electorado estadounidense y pueden resumirse en los siguientes aspectos:
Pretender desunir a los estadounidenses a través de discursos y planteamientos radicales y colectivistas no ha sentado bien en el pueblo norteamericano.
El incremento en los precios de los alimentos también ha provocado alerta, si bien es cierto que los salario se han incrementado notablemente en los últimos años, la capacidad adquisitiva ha disminuido notablemente.
La sociedad estadounidense no cree en el discurso socialista, es gente que cree fervientemente en la meritocracia y no les molesta que los ricos sean ricos, pues consideran que el éxito depende de la individualidad de cada quien, el tan conocido “sueño americano” es el que impulsa su economía hace más de dos siglos.
A diferencia de lo que se ha pretendido mostrar, Estados Unidos es un país pro inmigración, la sociedad celebra el éxito de los migrantes, lo que les molesta es la migración ilegal, porque la tienen asociada a la delincuencia, en ese sentido, la satanización del candidato republicano tuvo un efecto completamente opuesto al que buscaron los demócratas.
Otro error de los demócratas fue el no entender que la sociedad estadounidense es una nación pro judía y los grupos de activistas de izquierda que promovieron un discurso pro-Hamas produjo un efecto adverso al recordarles la dureza de los actos terroristas de la Yihad que les trajo a la memoria los atentados del 11S.
Los estadounidenses son prácticos y no se fijan en cuestiones personales, se enfocan en los resultados, por lo que se dieron cuenta que durante el primer gobierno de Trump no tenían tantos problemas.
Otro aspecto en el que no se detuvieron a pensar, es que la sociedad estadounidense es profundamente optimista y la negatividad que les vendían era simplemente difícil de digerir.
Detestan el discurso posmodernista vinculado a la izquierda y al partido demócrata de tener que pedir perdón por cosas que no se han hecho o por cuestiones que no corresponde pedir perdón actualmente, pretendiendo deplorar la dignidad de una sociedad que no tiene porqué asumir la responsabilidad del pasado.
Por último, la historia de fundación de los Estados Unidos está marcada por la resistencia contra el mismo gobierno, entienden perfectamente bien que la libertad tiene un precio que es la autosuficiencia y eso, les parece justo, por lo que están dispuestos a pagar.
El partido Republicano ha vuelto después de cuatro años durísimos. Tras la derrota en las elecciones presidenciales de 2020, la candidatura de Donald Trump al interior de su propio partido generaba bastante oposición a pesar de que tuvo la capacidad de arremolinar pronto a los militantes y unir a su partido.
Lo cierto es que los resultados no dejan de sorprender, Trump ha logrado firmar un triunfo sin precedentes debido a los acontecimientos de los últimos años, pero que, en esa búsqueda constante del pueblo estadounidense vinculada intrínsecamente a sus valores y la libertad le permite alcanzar (a diferencia de su primer mandato) un triunfo categórico e inapelable, en respuesta a un discurso promovido por los grupos de izquierda que terminó por hacer sentir su amenaza y contra la que el pueblo decidió revelarse.
Son múltiples las razones que explican esta victoria y comienzan a esbozarse en diferentes medios, aunque lo cierto es que la economía, fundamentalmente el problema de la inflación y la intervención del gobierno de Biden en el contexto internacional, ha pesado en el ánimo del electorado que ha decidido otorgarle una segunda oportunidad a Trump, para que restituya a su país en el lugar que le corresponde en Occidente, ser la primera potencia del mundo y el garante de la cosmovisión judeocristiano.
- CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
- ESCRITOR, DIVULGADOR HISTÓRICO & DOCENTE UNIVERSITARIO. DIRECTOR GENERAL PROYECTO VIAJEROS DEL TIEMPO.
- *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21