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HUGO BALDERRAMA
Los debates entre economistas se volvieron a poner de moda, especialmente, impulsados por la crisis económica que atraviesa mi natal Bolivia. Por mi parte, estoy de acuerdo en el intercambio de ideas, sin embargo, en los foros que me tocó participar, alguna vez de oyente, otras de ponente, se habla muy poco del papel fundamental que desempeña la propiedad privada en el desarrollo de las naciones.
De hecho, como bien lo advirtió Friedrich Hayek, desde el Siglo XIX la propiedad privada ha sido desplazada de las discusiones económicas. Obviamente, las consecuencias fueron fatales, pues, aquello que debió considerarse como el pilar de la Economía, se redujo a un accesorio. De ahí, que personajes como Gunnar Mydral se hayan atrevido a reducir la propiedad a un tema de tabúes y mitos de sociedades primitivas, ni hablar de todas las corrientes socialistas que, en su afán de buscar la redistribución de la riqueza, promovieron todo tipo de crímenes y acciones terroristas.
En su libro: La antigua Europa desde los inicios de la agricultura hasta la antigüedad clásica: una encuesta, el historiador Stuart Piggott explica que el comercio, incluso antes que la agricultura, permitió que los pueblos de la antigüedad incrementaran sus niveles de vida. Pero las mejoras no se redujeron al ámbito comercial, sino que abarcaron a otros aspectos que incluían la hospitalidad, el respeto a la propiedad privada y el desarrollo del Derecho Internacional. Eso a su vez, impulsó el crecimiento de la población, sí amigos, al contrario del cuento progresista, más población significa más desarrollo, la aparición de centros urbanos y, finalmente, el gran salto tecnológico a la agricultura y la ganadería.
Con todo, no es necesario mirar tan atrás en el tiempo para observar los beneficios de la propiedad privada. Por ejemplo, según la información del Banco Mundial, de 1960 a 2022, el PIB por habitante de Corea del Sur se multiplicó, en términos reales, por un factor de 32,7, lo cual implica una tasa de crecimiento anual promedio de 5,8 por ciento en ese indicador. La extraordinaria expansión económica le permitió a Corea del Sur pasar de ser un país pobre, primordialmente agrícola, a uno de elevada industrialización.
El desarrollo económico de la República de Corea es producto de un entorno institucional que ha favorecido la creación y la expansión de los negocios, haciendo que el éxito se premie y el fracaso se castigue. La estructura de incentivos se ha basado, sobre todo, en la competencia, la baja presión fiscal, la propiedad privada y la orientación al comercio internacional.
Aparte de ser un ejemplo de éxito económico, Corea del Sur se ha convertido en un exportador de cultura, especialmente, en el género del K-POP. Grupos como TXT, BTS, NEW JEANS, STRAY KIDS y muchos otros son los ídolos de los Centennials alrededor del mundo.
Ahora observe la diferencia respecto a sus paisanos de Corea del Norte. Ahí nadie es ciudadano, su condición se ha reducido a la de rehén de la tiranía de Kim Jong-un. El régimen ha impuesto normas tan dictatoriales como la prohibición de reírse durante la semana que dura el recordatorio del fallecimiento de Kim Jong Il.
No obstante, no hace falta girar hasta el otro lado del globo para observar el desastre que ocasiona la falta de propiedad privada. La Bolivia de hoy es victima de grupos delincuenciales que, a nombre de unas supuestas reivindicaciones indígenas, toman por la fuerza tierras agrarias en los departamentos de Cochabamba, Santa Cruz y Beni. Al respecto, El vicepresidente del Colegio de Abogados de Santa Cruz, Félix Oros, expresó lo siguiente:
- El riesgo es que, si el Estado no interviene en función de la legalidad, desalojando propiedades, procesando a grupos armados, le dará la razón a quienes definieron que tienen que defenderse. Es un riesgo inminente, porque la violencia cuando empieza no sabemos dónde se detendrá.
En resumen, sin propiedad privada y libre comercio no hay civilización; solamente queda el saqueo, la barbarie y el salvajismo.