ANDRÉS GÓMEZ VELA
El golpe de Estado se define como la ruptura de los procedimientos constitucionales para acceder o preservar el gobierno. Justo por ello, el primer consenso que asume una comunidad política es sobre las reglas de juego para llegar al poder; y las escribe en la Constitución. En consecuencia, quien rompe o desconoce estas normas de acceso a Palacio es un golpista porque atenta contra la convivencia y la paz de una sociedad.
Los bolivianos y las bolivianas acordamos la regla 168 en los siguientes términos: “El periodo de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”.
Álvaro García y Evo Morales rompieron esta regla el 2014 y el 2019. En suma, dieron un golpe de Estado en dos ocasiones. Por eso, ahora te causa risa -antes te daba algo de rabia- cada vez que escuchas a este par de golpistas reincidentes denunciar golpe.
Un candidato para ser gobernante, en democracia, debe contar con el consentimiento de los gobernados. Éstos dan su consentimiento a través del voto, ya sea en elecciones nacionales o en un referendo. Si los ciudadanos dicen NO a un gobernante, significa que le negaron su consentimiento. El gobernante sin consentimiento deja de ser gobernante y vuelve a ser un político más.
García y Morales llamaron al pueblo a un referendo para consultarle si quería que ambos sean reelegidos eternamente. El pueblo les respondió NO el 21 de febrero de 2016. La decisión popular se constituyó en una orden a ambos mandatarios porque, en democracia, el mandante gobierna al mandatario a través del voto, la Constitución y la opinión pública.
Los líderes masistas no acataron la orden del soberano. Por el contrario, usaron trampas, en apariencia legales, para imponer su voluntad al pueblo. Un gobernante que desobedece a la fuente de su poder (pueblo) se convierte en tirano. Es tirano porque viola los límites establecidos por la Constitución y la voluntad popular. ¿Qué le queda al pueblo ante la tiranía? Echar al tirano. Eso sucedió en noviembre de 2019.
Por eso, ahora te causa risa -antes te daba rabia- cada vez que escuchas al extirano denunciar que el pueblo le dio un “golpe”.
El voto es la expresión de la palabra del soberano. Un voto más un voto, más otro voto, más otro voto constituyen la opinión pública que erige un gobierno. El artículo 26.II.2 de la Constitución establece que el derecho a la participación comprende: “El sufragio, mediante voto igual, universal, directo, individual, secreto, libre y obligatorio, escrutado públicamente”.
García y Morales alteraron los votos del soberano en las elecciones de 2019 en favor suyo, según establece una auditoría de 36 expertos de la OEA. Es decir, falsificaron la palabra del soberano. Suplantaron la voluntad del pueblo por la suya para declararse ganadores.
Por eso, ahora te causa gracia -antes te daba rabia- cada vez que escuchas a los golpistas reincidentes llamar golpe al fraude.
Abraham Lincoln dijo: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Menos puedes engatusar al mundo que todo el tiempo supo la verdad, pero se hizo al loco para solazarse con las ridiculeces que ambos golpistas decían.
Recientemente, Samuel Doria Medina contó que Héctor Arce Zaconeta, ministro de Justicia de los verdaderos golpistas, le suplicó facilitar la sucesión constitucional. El expresidente Jorge Quiroga probó que Susana Rivero y Adriana Salvatierra aceptaron que Jeanine Añez asuma la Presidencia. Mostró chats. También reveló que ambas masistas rogaron dejar a Evo y Álvaro fugarse, aunque nadie los perseguía, antes de ceder a una sucesión constitucional.
Por si fuera poco, Omar Aguilar, senador y concertador del MAS en 2019, contó: “Conversamos con Adriana (Salvatierra), ella nos dijo que todos sus actos, incluida su renuncia, los coordinaba con Evo, coordinaba los avances de las reuniones en la UCB”. Algo más, aseguró que Morales estaba de acuerdo con la estrategia (de la sucesión constitucional de Añez) y pidió ser candidato en las elecciones de 2020.
Entonces, Aguilar lo reflexionó, ya el año 2020, diciéndole imposible porque las circunstancias no daban y que el país seguiría ardiendo si (el tirano que hizo fraude) postulaba otra vez. El exsenador masista dice que Morales lo entendió. Y le pidió un último deseo: garantizar la permanencia de la personería jurídica del partido.
En este entendido, la Asamblea Legislativa, que tenía dos tercios del MAS, aceptó el 21 de enero de 2020 las renuncias de los “patria o muerte” que habían escapado del país.
Por eso, ahora te causa risa -antes te daba rabia- cada vez que escuchas al jefe del MAS denunciar golpe si él mismo fue el que avaló el supuesto “golpe” de su sucesora.
ANDRÉS GÓMEZ VELA
Periodista y Abogado
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21