RODOLFO FAGGIONI
“Un rebaño de dinosaurios herbívoros se mueve al borde de un terreno pantanoso, los animales caminan juntos sobre el terreno fangoso dejando huellas profundas. Son seis ejemplares adultos y dos jóvenes. Es posible que hayan ido a beber y refrescarse. De improviso algo los asusta, un enorme rebaño de carnívoros aparece al horizonte. Son animales más pequeños, bípedos que corren veloces entre los bajos helechos. Empieza el ataque. Los grandes herbívoros escapan tumultuosamente, la carrera pero es breve, los carnívoros los han alcanzado. Es el inicio del drama.”
Así el científico italiano Viviano Domenici describe esta escena que se ha desarrollado en Bolivia, setenta millones de años atrás, donde actualmente se encuentra el pueblecito de Toro-toro, escondido entre las montañas de la Cordillera Oriental, a un centenar de kilómetros de la ciudad de Cochabamba.
La zona de Torotoro ha sido la última etapa de una expedición científica. Una expedición siguiendo las huellas de los dinosaurios desde los extensos territorios del nord-est brasileño en el Estado de Paraiba, donde en el Río do Peixe se encontraron una serie de “huellas” sobre una superficie rocosa que conserva el aspecto de terreno fangoso, hasta los tres mil metros de altura de los Andes bolivianos. Estudiar e investigar las “hormas” pietrificadas de estos réptiles gigantes que han poblado la tierra unos setenta millones de años atrás, era el objetivo principal de esta expedición y gracias a éstas “huellas” encontradas, ha sido posible describir con precisión la escena descrita por Domenici.
Los datos geológicos describen un paisaje muy distinto del actual. Donde ahora se encuentran las montañas existía una plataforma marina, anchos ríos transportaban arena calcárea formando pantanos y lagunas, que rompían el paisaje verde de la vegetación. Las huellas que han dejado las patas posteriores de los herbívoros cuadrúpedes miden unos setenta centímetros, son profundas de siete a diez centímetros y tienen un contorno de fango (hoy roca), solevantada por el impacto de las grandes patas de estos enormes animales que pesaban unas veinte toneladas y medían más de veinte metros.
El fango era todavía plástico 110 millones de años atrás en Toro-toro cuando pasó corriendo un Iguadanonte, un enorme animal que pesaba más de cuarenta toneladas y medía unos diez metros, se han descubierto también huellas circulares de un gigantesco cuadrúpede y pequeñas huellas de carnívoros a tres dedos. A poca distancia la superficie rocosa revela un detalle muy singular. Cuando pasaron los animales el tiempo era pésimo, el cielo cubierto de grandes nubes y comenzaban a caer grandes gotas de agua. El impacto de las gotas de lluvia dejó sobre el terreno fangoso, signos circulares ahora perfectamente visibles sobre la roca.
Después de la “lluvia fósil”, la expedición ha encontrado un superficie rocosa donde se dintinguen pequeñas “olas”. La idea del agua en movimiento la dá el color azul de la piedra pietrificada. El continuo movimiento del agua, que un tiempo cubria la zona, ha modelado sobre el fondo limoso una serie de pequeñas dunas que indican un ambiente fluvial relativamente tranquilo.
Para poder recostruir un cuadro esquemático del fenómeno y para que se verifiquen la condiciones aptas a la conservación de las “huellas” es necesario que el animal haya pasado sobre un terreno plástico como lodo o fango donde la “huella” se forma nitidamente, que el terreno haya tenido el tiempo de secarse sin que intervengan fenómenos destructivos y luego se cubra de arena finísima. Si esto sucede al momento justo, inicia el lentísimo preceso de fosilización, la transformación del fango en roca.
El doctor Giuseppe Leonardi componente de la expedición investigativa y uno de los pocos científicos al mundo que se ha especializado en Icnología, ha estudiado las huellas encontradas en Brasil y Bolivia. La Icnología es la ciencia que estudia el tipo de animal que ha dejado la “huella”, su peso, su altura, si corría, se vivía en grupo o aislado, etc. Se llega a esta determinación examinando varios factores, el espacio entre varias huellas permite de calcular la distancia de la articulación del anca y de la espalda que es practicamente igual a la longitud del animal, para poder establecer si el animal corría o no, se observa si había apoyado solamente la punta de la pata o si la huella sigue una breve raya provocada por la velocidad. La Icnología es la única ciencia capaz de dar una serie de informaciones que los repertos óseos no lo pueden dar, por ejemplo, muchos dinosaurios se pueden estudiar unicamente a través de las huellas que han dejado porque no se han encontrado sus huesos. Otro aspecto fundamental de esta ciencia es la de ofrecer un cuadro dinámico del pasado, una serie de “huellas” puden decir si un dinosaurio cazaba en grupo o solo, de cuantos elentos estaba formado un grupo, etc.
Durante las expedición en Brasil y Bolivia los investigadores han descubierto casi tres mil “huellas” que han servido para estudiar e investigar la vida de los dinosaurios que han poblado la región de Toro-toro en Bolivia setententa millones de años atrás.
RODOLFO FAGGIONI
Periodista y Corresponsal en Italia. Miembro efectivo de Prensa Internacional
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21