Últimamente me he preguntado por qué a los líderes y gobiernos de izquierda se los ve como mártires y a los de derecha como tiránicos. ¿Por qué los medios hablan bien de unos y satanizan a los otros? ¿Por qué la izquierda tiene ese efecto positivo en los medios de comunicación y en la memoria popular, si en los hechos siempre ha causado estragos en los países en los que ha gobernado? Está claro que, en la sociedad, ser de izquierda y “woke” es algo positivo, mientras que ser de derecha y patriota es sinónimo de intolerancia.
Si exploramos la historia, veremos que los gobiernos de izquierda son los que más muerte y destrucción han traído a sus países. Mao Tse Tung es el genocida más grande de la historia y poco se dice al respecto. En cambio, gente ignorante y enferma como Evo Morales lo alaba. De igual forma tenemos a Stalin, creador del aparato represor más grande de la historia, quien sigue siendo admirado por muchas personas. Pienso que es hora de hablar de cuánto daño hace el comunismo y la izquierda, sin tabúes. Ya fue suficiente de poner a los izquierdistas como mártires y modelos a seguir.
¿Por qué el Che es bien visto en nuestro país, si era un enfermo discriminador e invasor que venía a destruir Bolivia? Ese “revolucionario” no fue más que un asesino que buscaba cumplir un sueño sangriento, un ser humano despreciable que incluso Fidel Castro (quien lo mandó a su muerte) aborrecía. El adoctrinamiento a favor de la izquierda también lo tenemos con políticos nacionales. Por años, los europeos han visto a Evo Morales como un héroe, cuando en realidad es quien, a toda costa, ha buscado dividir a la nación boliviana y enfrentarnos entre nosotros.
Incluso tenemos a Marcelo Quiroga Santa Cruz, quien es considerado un “mártir boliviano”. Quiroga era un comunista declarado y creía a capa y espada en lo dictado por Marx. En mis palabras, es el “Allende boliviano”. De haber llegado al poder, no hay duda de que hubiera sido un tiempo de caos, persecución y destrucción para Bolivia.
Para mí, Quiroga Santa Cruz es la definición de un líder de izquierda, al cual se busca divinizar y hacer ver como un héroe nacional. A mí no me representa, no lo admiro. En contraposición, admiro a personas que han peleado por esta nación con toda su fuerza, como Óscar Unzaga de la Vega o Bernardino Bilbao Rioja, quien es el gran héroe de la Guerra del Chaco. Ambos personajes fueron destacados en su tiempo, pero hoy están olvidados y no tienen el respeto ni la admiración que merecen. En cambio, el “Che” es visto como “padre de la patria”, inaudito.
Pinochet es visto generalmente como el peor dictador latinoamericano. Para mí, es quien salvó a su país del comunismo y de su destrucción total. Muchas de sus acciones fueron lamentables y cuestionables, pero hay que recordar que eran tiempos de Guerra Fría. Además, Pinochet entregó el poder pacíficamente, algo que Maduro ha demostrado no ser capaz de hacer, y ni se diga Evo Morales. Ojo, no estoy avalando las acciones de Pinochet, pero fue un líder mucho mejor que los “mártires de izquierda” y sí pudo aportar de verdad a su país.
Los mártires de la izquierda son la definición de falsedad. Debemos despertar y ver lo que realmente fueron en su mayoría: sanguinarios que nada tenían de demócratas. Si me preguntan si prefiero al mártir “Allende” o al déspota Pinochet, siempre me quedaré con el segundo, quien, pese a sus sombras, es el responsable de la estabilidad de Chile. Si me das a escoger entre los soldados bolivianos, “servidores del imperio”, que detuvieron al Che, o a éste último y sus guerrilleros, siempre escogeré a los primeros, diciendo con mucho orgullo que la caída de ese invasor mostró cuán grande puede llegar a ser Bolivia. Ya basta de martirizar e idolatrar a la izquierda. Ser comunista debe empezar a ser visto como algo malo; esta doctrina solo trae pobreza y destrucción. No es digno ni heroico ser de izquierda.
- FABIÁN FREIRE
- Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21