SAYURI LOZA
Qué tendrá octubre que desde tiempo inmemorial inquieta a los bolivianos? Bueno, todos estamos viviendo los conflictos en las postrimerías de este mes, tan aciago para el país. Por ello he querido recordar que en 1957 tuvieron lugar conflictos en el mismo lugar que hoy: Santa Cruz.
Todo empezó porque un diputado de apellido Vega logró que el congreso aprobara la disposición que el presidente Busch había lanzado en 1938, para entregar el 11% de las regalías del petróleo a Santa Cruz; el entonces presidente Hernán Siles Suazo, vetó la ley por ir en contra del recientemente aprobado código Davenport, que especificaba que toda la ganancia del petróleo debía quedarse en el departamento administrador del Estado: La Paz.
El descontento en Santa Cruz, generó movilizaciones, producto además de la mala relación que tenía con la región el jefe del comando del MNR: Luis Sandoval Morón. Así que, tras el veto a la ley, los primeros días de octubre estalla el enfrentamiento entre 300 hombres armados al mando de Sandoval, y el llamado grupo de choque de una institución que se había fundado en 1950 y que el 57 se estaba rearmando: el comité cívico pro Santa Cruz.
Este “grupo de choque” conocido como la unión juvenil cruceñista, estaba integrado por jóvenes de tendencia falangista. La Falange, fundada en 1939, había sido el partido rival del MNR y se había constituido en el principal opositor a la gestión de Suazo.
Los cruceños expulsaron a Sandoval y el 30 de octubre tomaron la alcaldía. A ojos de Santa Cruz, fue una victoria contra el autoritarismo y por ello el Comité Cívico y la unión juvenil tienen hasta ahora el prestigio y el respeto de la población, porque en su momentos, se constituyeron en sus defensores; a menudo occidente olvida eso y reclama una legitimidad institucional que para nosotros puede no tener sentido pero que responde a la identidad cruceña.
Volviendo a 1957. La toma de la alcaldía provocó que desde La Paz se declarara estado de sitio, tras lo cual se llegó a una pacificación sin mayores consecuencias.
Pero en mayo de 1958 el conflicto estalló de nuevo, La Paz envió 900 milicianos desde Ucureña, quienes cercaron a los jóvenes que habían iniciado las revueltas, todos ellos falangistas. Lo que vino después, caló profundo en la memoria de pueblo cruceño: el ingreso de las tropas, destrozando, golpeando, disparando a Santa Cruz.
Hoy que han surgido amenazas del ingreso de “organizaciones sociales” para romper con el paro, el tema vuelve a la memoria.
La Masacre te Terebinto tuvo lugar en medio de los desmanes, cinco personas fueron víctimas de la saña y la crueldad de los milicianos: se les disparó, mutiló y torturó antes de darles muerte bajo el estribillo “¡Viva el Movimiento!”. La crueldad se justificó con noticias falsas esparcidas por el gobierno, que acusaba a Santa Cruz de querer anexarse a Brasil, cosa totalmente falsa.
En 1959, todavía hubo conflicto, pero el gobierno terminó de sofocarlo enviando milicias desde Cochabamba pero también desde Oruro y La Paz. Se dice –aunque no está comprobado- que entraron diez mil milicianos a la ciudad de Santa Cruz, poniendo fin con ello a lo que el gobierno llamaba “las revueltas separatistas de la Falange”.
El uso excesivo de violencia; la incapacidad de ver que las demandas no eran exclusivas de la Falange; el pensar que enviando tropas civiles a invadir, matando y destruyendo; y el ver a Santa Cruz como una periferia insignificante con la que no era deseable ni necesario pactar, fue un grave error del MNR, cuyas consecuencias recién estamos viendo.
Quedan heridas pero a veces, Santa Cruz tiene una mala lectura y pareciera que su rencor contra el gobierno de Suazo que fue el que envió milicianos desde occidente, se extiende hacia los collas y asume que el centralismo es culpa de los paceños, que no queremos darles el presupuesto que buscan, sin darse cuenta que ni siquiera podemos exigir un presupuesto justo para nosotros.
Han pasado más de 60 años desde los sucesos de octubre de 1957, y Santa Cruz se ha convertido en el centro económico del país y parece que apunta a ser el centro político; eso podría favorecernos a todos si somos capaces de dialogar, negociar y descentralizar (el centralismo nos daña a todos), pero si repetimos las acciones del MNR, pretendiendo cercar, violentar, inventar mentiras y acusar de separatismo, seguiremos hundiéndonos en nuestra incapacidad de ver más allá del capricho, de uno y otro lado.
SAYURI LOZA
Historiadora, Diseñadora de modas, políglota, artesana.
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21