A casi sesenta y cuatro años de la desastrosa acción militar en la Bahía de Cochinos por parte de un grupo de exiliados cubanos residentes en los Estados Unidos opuestos al régimen de Castro que formaban parte de la “Brigada Asalto 2506”, han sido publicados una serie de documentos en los cuales se nota la insanable fractura que surgió entre el Presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy y la CIA, en la figura de su director Allen Dulles. Se trata de una informe sobre el desembarco escrito por el histórico Jack Pfeiffer, son 1200 páginas divididas en 5 volúmemnes, uno de los cuales por el momento sigue secreto.
En esta relación se lee por primera vez que la acción militar fue una catastrófe completa. A Cuba desembarcaron 1.500 exiliados y sabían muy bien que los esperaban 25.000 guerrilleros castristas armados hasta los dientes. La idea era de superar la desventaja con una densa cobertura aérea estadounidense que tenía que permanecer secreta, y en el levantamiento popular contra el dictador. En resumen, tenía que parecer al mundo entero que eran los cubanos que luchaban por la libertad de Cuba. Pero ese apoyo aéreo fue organizado muy mal, tanto es cierto que uno de los agentes de la CIA, un cierto Lynch, que se encontraba en una pequeña embarcación frente a las costas cubanas, se puso a disparar contra uno de los aviones porque lo tomó por un avión de defensa cubano mientras que era uno de los aviones que tenía como objetivo la cobertura del ataque. Dos días antes de que se produjera la invasión, aviones de la central de inteligencia bombardearon varias instalaciones militares en la isla, esto obligó a Castro a decretar la movilización general, de manera que cuando los exiliados desembarcaron en Playa Girón y Playa Larga se encontraron con un ejército en pie de guerra que desde el principio ofreció una dura resistencia.
Mientras tanto el batallón de exiliados cubanos que había efectuado el desembarco, después de tres días de feroces combates, fue completamente diezmado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias comandadas por Castro y Guevara. La invasión se convirtió en un completo fracaso y en un grave tropiezo diplomático para Estados Unidos y sobretodo para su joven Presidente.
Públicamente JFK se tomó la responsabilidad del catastrófico fracaso, pero privadamente acusó a la CIA y a su director de inacapacidad por haberlo engañado miserablemente. Efectivamente en la CIA pensaban que sólo una acción militar era posible para librar a Cuba de la dictadura castrista y sobre este asunto se había preparado una detallada relación que Kennedy nunca ha leído.
Sin embargo, JFK no quería que los Estados Unidos aparecieran oficialmente. Sobre el papel que tuvo la aviación, la relación del histórico Pfeiffer pone en claro que las órdenes eran muy precisas: la intervención americana debería permanecer un gran secreto. Para preservar a nivel diplomático la tesis de la “negación y la falta de conocimiento” del desembarco por parte del gobierno USA, a los aviadores les habían dado disposiciones para que declarasen, en caso de ser capturados vivos, que eran “mercenarios”. Está claro que la “intelligence” y el ejército trataron de forzar la mano al Presidente Kennedy para inducirlo a una fuerza de intervención.
La historia pero continúa: En octubre de 1962 empezó la “guerra fría” con la crisis de los mísiles. Un avión espia americano reveló las instalaciones en la isla caraíbica y el 22 de noviembre de 1963 fue asesinado el Presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy durante una visita a la ciudad de Dallas (Texas). El vicepresidente Lyndon Johnson convertido “ipso facto” en presidente, nombró nuevamente a Allen Dulles como director de la CIA, despedido por Kennedy con un perentorio “En un sistema de gobierno parlamentario soy yo que tendría que renunciar, pero en nuestro sistema se tiene que ir Usted”
Según la comisión Warren que investigó el asesinato, una contestada investigación, el presidente Kennedy fue asesinado por un solo hombre, Lee Oswald, un demente solitario que organizó y puso en acto el asesinato del 35° Presidente de los Estados Unidos y que no existió ninguna conspiración. Sobre la figura de Lyndon Johnson que ocupó la silla presidencial después de JFK siguen las incógnitas no todavía despejadas y no sería bueno esperar otros 64 años para aclarecer una página oscura de la historia. La misma first lady Jacky Kennedy estaba convencida que detrás del homicidio de su marido estaba el vicepresidente Johnson, una “lobby” texana de petroleros y hombres de negocios que en colaboración con la FBI, la CIA y la mafia tenían como objetivo eliminar el obstáculo Kennedy y dar inicio a la “escalation” del empeño americano en Vietnam a toda ventaja de la industria bélica americana. Esto lo reveló al histórico Arthur Schlesinger, estrecho colaborador del presidente Kennedy y autor del libro “Los mil días de John F. Kennedy”.
- RODOLFO FAGGIONI
- PERIODISTA Y CORRESPONSAL EN ITALIA. MIEMBRO EFECTIVO DE PRENSA INTERNACIONAL
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