No es el gas, es la propiedad privada

La primera quincena de julio, el gobierno anunció, obviamente, con mucha parafernalia de por medio, el «descubrimiento» del pozo de gas Mayaya, las comillas son adrede, porque de ese pozo ya se habló el 2018. Es decir, que el equipo de comunicación del dictador en ejercicio montó todo un espectáculo sobre una noticia vieja. Además, dejó en evidencia que Arce Catacora y su dictadura son quienes más necesitan los dólares que tanto dicen despreciar.

No es ninguna novedad que el régimen mienta descaradamente, lo vienen haciendo respecto a la crisis del dólar y la economía en su totalidad. Sin embargo, lo que se debería discutir desde la otra vereda política y los sectores ciudadanos no es la cantidad de gas que hay en Bolivia, sino como se va a gestionar ese recurso.

En esa línea, creo que es necesario empezar a deliberar el rol del Estado en la economía, la gestión de los recursos del suelo y subsuelo y la propiedad privada, pero completa, no la versión deslactosada que tenemos en Bolivia. Ergo, acá cabe una pregunta: ¿Los recursos naturales son garantía de prosperidad para los países?

La respuesta es contundente, ¡no! De hecho, en lugares como Bolivia, aunque usted no lo crea, han sido una constante causa de violencia, crisis y pobreza. Empero, no porque sea malo tener recursos naturales, sino por la forma en que estos se administran.

¿Cuál es la diferencia entre encontrar petróleo en un jardín de un boliviano o en la casa de un tejano en Houston?

La respuesta es que, si lo encuentras en Houston, eres rico, porque el petróleo es tuyo; mientras que, si lo encuentras en Bolivia, eres pobre porque es del gobierno. Es decir, que de ser cierto lo del pozo Mayaya es una pésima noticia para los habitantes de la zona, ya que tendrán que mirar de palco como la dictadura empieza un nuevo ciclo de despilfarro.

Al respecto, Guillermo M. Yeatts, en su libro: El robo del subsuelo, explica que la propiedad estatal de los recursos naturales ha sido la principal causa de pobreza y conflictos permanentes no solamente en su natal Argentina, sino en toda América Latina, ya que, bajo el pretexto del «interés nacional», se han desplazado a poblaciones enteras de su lugar de origen y, peor aún, se han bañado de sangre países.

Entonces, las diferencias entre los Estados Unidos, la nación históricamente con mayor capacidad de creación de riqueza, y los países de América Latina no dependen de la extensión de tierras ni la fertilidad de sus suelos, sino de los marcos institucionales que respetan la propiedad privada y garantizan el libre ejercicio de la capacidad creadora del ser humano, pues la propiedad privada es, innegablemente, la diferencia entre barbarie y civilización.

Esa es la razón por la cual ni la plata ni el oro ni el gas sacaron a Bolivia de su condición de subdesarrollo y pobreza, puesto que, como dijo Alexis de Tocqueville: «La riqueza de los países no depende de la fertilidad de su suelo, sino de la libertad de sus habitantes».

En conclusión, en Bolivia se deben empezar a debatir temas más profundos que la simple coyuntura, puesto que la crisis actual, que nos colocó en estado de coma, solamente se solucionará desmontando por completo el Estado Plurinacional y, especialmente, esa nefasta idea de confundir recursos naturales con riqueza.

Asimismo, el subsuelo no puede seguir siendo de propiedad estatal, con todo lo que esto implica, porque gran parte del desastre que hoy vivimos es consecuencia de haber desperdiciado el mayor auge de materias primas de la historia del país por habérselas confiado al Estado.

¿Habrá un político que se atreva a poner en el debate público esa temática?

HUGO BALDERRAMA FERRUFINO

Economista, Master en Administración de Empresas y PhD. en Economía

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21