El más grande daño que ha hecho el MAS es, sin dudas, la división de la nación y la creación de un inexplicable Estado Plurinacional. Si queremos un progreso real, debemos dejar de lado las divisiones y disputas entre bolivianos para consolidar una sola nación. Solo así podremos experimentar un verdadero crecimiento político y económico. Bien lo dice nuestra moneda: “La unión es la fuerza”. Es momento de aplicarlo realmente y eliminar para siempre los resentimientos históricos fomentados por el maldito socialismo.
Para lograr esto, hay que incentivar el nacionalismo boliviano, doctrina que tiene su origen en la Guerra del Chaco. Los heroicos combatientes de esta guerra, al terminar el conflicto bélico, decidieron cambiar nuestra historia y lograr finalmente la consolidación de Bolivia como nación. Este nacionalismo boliviano fue principalmente defendido por partidos políticos como el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y la Falange Socialista Boliviana (FSB). Ambos, con doctrinas bien establecidas y directrices claras, buscaron el engrandecimiento de Bolivia y cambiar nuestra historia para bien. Con la llegada de la Revolución de 1952, el MNR fue quien tuvo la oportunidad de gobernar Bolivia y, por fin, lograr los cambios necesarios para conseguir un progreso real. Si bien la revolución trajo reformas positivas, ésta terminó “manchándose” por el ingreso al gobierno y al MNR de partidos marxistas. Esto generó que la revolución tomara otro rumbo y, en vez de ser una época de unidad nacional y orden, terminó convirtiéndose en una época violenta, caótica y represora.
El nacionalismo boliviano lo que debe buscar en estos tiempos es consolidar a la nación boliviana, que hoy está muy dividida, y dar a Bolivia el sitio histórico que le pertenece. Basta de doctrinas conformistas y mediocres como la “soberanía de los pueblos”; es hora de pensar que Bolivia puede ser una gran potencia regional.
La nación boliviana es diversa y cuenta con múltiples culturas, pero tiene su origen gracias al mestizaje y en el hecho que cuando Bolivia nació como país, se optó por la creación de un país independiente, descartando la anexión al Perú o a la Argentina.
Bolivia nunca pudo consolidarse como nación por la falta de voluntad de los gobiernos; el intento que nació en 1952 no fue suficiente. Es por eso que esta nueva generación de jóvenes debe dar un paso al frente y terminar, por fin, lo que empezó la “Generación del Chaco”. Basta de divisiones, regionalismos o doctrinas como el indigenismo, que no hacen más que enfrentarnos. Pasemos a fomentar el nacionalismo boliviano y la unidad nacional; solo así habremos resuelto un problema histórico y tendremos una nueva y ambiciosa mentalidad política.
Este nacionalismo también debe fomentar el “alma nacional” y el hecho de estar orgulloso de ser boliviano. Dejemos de ver a los vecinos con aires de inferioridad y pasemos a actuar con más ambición y con el lema de que Bolivia es primero. La mentalidad que debemos adoptar tiene que ser con un enfoque en convertirnos en una potencia regional, pasando de ser un país más de América Latina a ser “el país de América Latina”.
Tengo esperanza en que Bolivia tendrá un mejor futuro, caracterizado por un crecimiento del poder político y económico. Este debe ser “el siglo de oro” para Bolivia, el que marque el fin de la pobreza, el caos y la miseria para iniciar un siglo de poder, fuerza, orden, desarrollo y unidad nacional.
Basta de que vean a Bolivia como un país inferior; debemos cambiar esta tendencia lo más pronto posible. Muchos países lo han hecho: han pasado de ser vistos como débiles a tener más poder que los países tradicionales de Occidente. Lo importante es consolidar a la nación boliviana y que el nacionalismo nos dé el cambio de mentalidad necesario para que nunca más permitamos comentarios ofensivos, como los que hace todo el tiempo Bullrich u otras autoridades de países vecinos. Bolivia está primero.
- FABIÁN FREIRE
- Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
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