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CARLOS LEDEZMA
El éxodo que llevó a los seres humanos por travesías y desplazamientos extensos alrededor del planeta, es un fenómeno que se remonta a los orígenes más primitivos de la especie, habiéndose profundizado en los últimos 200 años de manera notable. A partir del siglo XIX, migrar de un país pobre a un país rico para mejorar la calidad de vida era el mayor incentivo para hacerlo, hoy por hoy, la crisis humanitaria obliga a miles de personas a huir de sus países, para salvar la vida, aunque corran el riesgo de perderla en el trayecto. La migración es un fenómeno histórico de miles de años, pero, las migraciones masivas son recientes y encierra en sus orígenes otras causas con otro tipo de consecuencias.
Llamamos migración a los “desplazamientos geográficos de individuos o grupos, generalmente por causas económicas o sociales” (RAE). Desde épocas inmemoriales, el ser humano ha estado en constante movimiento, sea por razones de trabajo, en búsqueda de nuevas oportunidades económicas, por estudios o por cuestiones familiares, aunque esas sean sólo algunas de las causas que se presentan para desplazarse de un lugar a otro de manera permanente.
Cuando el ser humano primitivo decidió salir del continente africano, dio comienzo la práctica migratoria. La dispersión por Europa y Asía, según señalan algunas fuentes, data cerca a los 60.000 años a.C.º Tratándose de civilizaciones nómadas, las migraciones se movían de un lugar a otro en busca de alimento, diseminándose a través de miles de años por los cinco continentes.
Los primeros asentamientos desarrollaron sociedades sedentarias, de cazadores pasaron a ganaderos y de recolectores a agricultores. El resultado de organizarse socialmente se tradujo en guerras y coloniaje, llegando los antiguos griegos, el imperio romano y otras civilizaciones que marcaron el curso de la historia de la humanidad a enviar ciudadanos y fuerzas militares a regiones recónditas para ser habitadas.
Con el descubrimiento de América se estimuló un flujo migratorio mayor, aunque por los altos costos que representaba la travesía, así como los riesgos que encerraba entregarse al océano, se tornó un tanto restrictivo. Los emigrantes que se trasladaban de manera voluntaria resultaban ser menores en relación a los que lo hacían obligados o coaccionados. De los más de once millones de migrantes que llegaron a América entre los siglos XVI y finales del XIX, nueve millones eran esclavos.
A principios del siglo XIX se produjo una transición a la migración libre, durante ese tiempo la tasa de personas que emigraban rumbo a América pasó de un 20% en 1820 a un 80% para 1840. En 1846, el promedio anual de emigrantes era de 300.000 personas, cifra que fue incrementándose en los siguientes años a hasta llegar a registrarse desplazamientos de alrededor de un millón durante la segunda mitad de aquel siglo. Inicialmente las migraciones se producían desde los países del occidente europeo, paulatinamente fueron sumándose los escandinavos y los países del Sur. La mayoría se dirigía rumbo a Estados Unidos, mientras otro tanto buscaba tierras de libertad en las regiones del Sur, siendo Brasil y Argentina los destinos favoritos.
La pobreza, la desatención de los gobiernos, los efectos de la guerra, entre otros, fueron la causa para que más de 60 millones de europeos decidiesen emigrar hacia América durante el primer siglo de migración libre. La generalización del transporte, así como las remesas que enviaban los inmigrantes, financiaban el traslado de familiares, permitiendo cubrir el costo de los desplazamientos, ampliando el alcance de migración mundial.
Tras la segunda guerra mundial y prácticamente hasta el tercer cuarto del siglo XX, la inmigración hacia los Estados Unidos y Oceanía creció gradualmente, lo que obligó a implementar regulaciones y restricciones por parte de estos gobiernos, terminando por incorporar la figura del <<inmigrante indocumentado>> para todo aquel que decidiese asentarse al margen de las leyes de migración. Los procesos migratorios antiguamente se desarrollaban en entornos menos hostiles que los actuales, sin visados, cuotas, pagos, asilos, barreras de seguridad, entre otras disposiciones que se impusieron en procura de frenar la oleada de desplazamientos que se hacen cada vez mayores.
La guerra, la crisis política y económica, gobiernos totalitarios, la esclavitud, la persecución, la hambruna, la desesperación provocada por una crisis humanitaria sin precedentes en la historia de la humanidad, ha desencadenado en diásporas masivas de flujos de personas que terminan convirtiéndose en desplazados, relegados, discriminados, importantes grupos humanos que son desarraigados y terminan deambulando por diferentes países en medio de escenarios de xenofobia, complejos, miedo y deshumanización.
Durante el siglo XXI se han generado variantes en los fenómenos migratorios. La crisis humanitaria, los desastres naturales, la violación de derechos humanos, lleva a las personas a huir desesperadamente de la inseguridad, la pobreza, de la inestabilidad política y la persecución, lo que ha puesto en serios conflictos a los países de acogida que se han visto superados a la hora de brindar respuesta o ejecutar políticas de migración más efectivas.
De acuerdo a las cifras de Naciones Unidas, hasta el año 2020 existían alrededor de doscientos ochenta y un mil migrantes en todo el mundo, de los cuales, cerca de treinta cinco millones tenían el estatus de refugiados. Se ha reconocido la importancia de los migrantes en el crecimiento y desarrollo sostenible de aquellos países de acogida, aunque es imperativo buscar alternativas para facilitar la migración, haciéndola más efectiva, segura y responsable con quienes por una u otra causa deciden adquirir la condición de inmigrante.
Para el futuro, el cambio climático, los ciclos del agua, la erosión de los bosques, entre otros factores, serán las causas probables para que se produzcan migraciones masivas, poblaciones enteras se verán obligadas a abandonar su tierra para buscar otro espacio donde poder asentarse. De acuerdo a información del Banco Mundial, es probable que en los próximos años, más de ciento cuarenta y tres millones de personas terminen por convertirse en “migrantes climáticos”, por lo que el fenómeno migratorio está lejos de terminar, al menos no, mientras existan lugares donde pueda desplazarse la humanidad.