Mairana: policías y periodistas, rehenes del poder

En un rincón olvidado de Bolivia, la libertad se asfixia, se calla, se oculta con miedo e ira.

Mairana se ha convertido en el teatro de una tragedia nacional, donde periodistas y policías, en lugar de ser testigos imparciales y guardianes del orden, son rehenes de un conflicto que ahoga cualquier intento de paz.

Los bloqueadores, al tomar como rehenes a estos compatriotas, el pasado 29 de octubre, enviaron un mensaje escalofriante, tan solo por buscar la verdad.

Entre los retenidos se encuentran Rómer Castedo y su camarógrafo Ricardo Pedraza, ambos de Red Uno, que, en el cumplimiento de su labor, se convirtieron en víctimas de una turba desenfrenada.

Este acto de secuestro de periodistas en pleno ejercicio de sus funciones es un reflejo de un país que comienza a olvidar los valores de libertad y justicia. El recuerdo de casos anteriores, como el de Las Londras, reaparece en la mente de la ciudadanía, marcando un patrón peligroso. Hoy, en Mairana, los medios de comunicación han dejado de ser observadores imparciales para convertirse en víctimas de aquellos que, armados con una ideología intransigente, creen que la violencia puede reemplazar el diálogo.

La situación de los periodistas en Bolivia se vuelve cada vez más insostenible. ¿Cómo puede un país avanzar si quienes denuncian las injusticias son tratados como enemigos y silenciados a través de la violencia? Los secuestros en Mairana son un recordatorio de que, sin un compromiso legítimo con el respeto y la tolerancia, la democracia boliviana corre el riesgo de caer en un abismo de intimidación y censura.

Pero no podemos engañarnos ni ser selectivos con la memoria. En Santa Cruz, no hace tanto, el grito de la prensa también se apagó, los periodistas también fueron amordazados en los 36 días de paro y bloqueo. Agredidos, obstaculizados, invisibilizados. Esa violencia no tiene bandera, no pertenece a la derecha ni a la izquierda, pertenece a una intolerancia que recorre el país como un virus que no distingue colores ni ideologías. Cuando el miedo se convierte en un arma, no importa quién la sostenga; el resultado es siempre el mismo: una sociedad quebrada, una libertad mutilada.

Hoy, Bolivia, te hacemos una pregunta que no puede esperar: ¿Qué tan profundo ha caído el miedo, que hoy preferimos el silencio al riesgo de hablar? ¿Cuánto tiempo más podemos vivir en un país donde el valor de la palabra se mide en amenazas y en golpes? Si dejamos que la libertad de prensa muera en Mairana, habremos perdido mucho más que un derecho, habremos perdido el alma de nuestra nación.

La libertad, ese ideal que da vida a una nación, está en riesgo de ser sofocada por quienes prefieren un silencio seguro a una voz incómoda. En el corazón del liberalismo, hay un principio inquebrantable: la defensa de la libertad de expresión, una libertad que no debe temerle ni al poder ni a la masa, una libertad que debe protegerse en Mairana, en Santa Cruz y en cada rincón de Bolivia.

¡La libertad de prensa es la esencia misma de la democracia; sin ella, no hay verdad, y sin verdad, no hay justicia!

  • Escarlet Pérez
  • Ingeniera Comercial. Abogada. Periodista en ejercicio. Coordinadora Local de Student For Liberty y columnista en Federación Internacional de Juventudes Liberales (IFLRY)
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