Los océanos en peligro por el cambio climático

RODOLFO FAGGIONI

El Mar Mediterráneo se ha convertido en un verdadero “hostpost” por el cambio climático. Se calienta cada vez más rápido y se ha vuelto siempre más salado debido a la absorción del exceso de calor provocado por el calentamiento global, en los últimos 70 años se ha experimentado un aumento constante de temperatura.

El fenómeno ya ha tenido impactos significativos y, en algunos casos, irreversibles en los ecosistemas marinos a lo largo de toda su extensión generando importantes consecuencias en sectores económicos como la pesca, el turismo, así como en el suministro de alimentos.

El impacto más significativo, sin embargo, está en el papel clave que tienen los oceános, es decir, en la termorregularización del clima global, con el sistema de corrientes oceánicas, estas corrientes llamadas también “circulación Termohalino” transportan las aguas cálidas de las regiones tropicales a latitudines más altas, donde se enfrían, se sumergen y regresan a los trópicos en un ciclo continuo.

Los signos tangible e impresionantes del cambio climático en el Mar Mediterráneo se describen en el nuevo informe del WWF (Worl Wide Fund for Nature) lanzado en vista al Día Mundial de los Océanos que se celebrará en todo el mundo.

En el informe de WWF se describen seis casos clínicos que conciernen al “Mare Nostrum” y son: Tropicalización del Mediterráneo Oriental con aumento de especies exóticas invasoras, proliferación de medusas, pérdida de praderas de “Posidonia Oceánica”, desaparición de “Gorgonias” y mortalidad masiva de “Pinna Nobilis”

Las praderas de “Posidomia” además de actuar como hábitat esencial para numerosas especies marinas retiene cada año aproximadamente 5.7 millones de toneladas de CO2. El fitoplancton, a pesar de su tamaño microscópito, sistetiza las substancias orgánicas y genera oxígeno a través de la fotosíntesis, ayudando a producir más del 50% de oxígeno de la tierra y capturando aproximadamente 37 mil millones de toneladas de CO2, equivalente al 40% de lo producido, este valor equivale a cuatro bosques amazónicos. Mientras que cada ballena puede almacenar algo de 30% de CO2, una cifra sorprendente si se la compara con la modesta capacidad de almacenamiento que tiene.

Las especies de tiburones que realizan migraciones verticales y horizontales, como la “Prionace Glauca” y las “Mantarrayas”, juegan un papel fundamental en el transporte de nutrientes y en el control de la producción primaria del fitoplancton. Igualmente el atún rosado contribuye a fertilizar el mar con sus residuos, aumentando la biomasa de plancton y por lo tanto la retención de carbono y la producción de oxígeno.

El WWF indica en el informe varias soluciones concretas para combatir el cambio climático, empezando por la reducción de las emisiones que alteran el clima y la transición energética. Sobretodo proteger los corredores ecológicos vitales para la supervivencia de numerosas especies migratorias como las ballenas y fomentar el desarrollo de una pesca más sostenible y planificar el uso del espacio marítimo respetando el ecosistema marítimo.

RODOLFO FAGGIONI
Periodista y Corresponsal en Italia. Miembro efectivo de Prensa Internacional
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21