ESTEBAN EDUARDO BURGOA
Existimos en un mundo en que la verdad es objetiva, muy a pesar de los defensores del relativismo y el postmodernismo, pero en el cual cada uno tiene una percepción subjetiva de la verdad, a su vez los individuos tenemos un limitado y diferente acceso a la información disponible de la realidad.
Bajo esta premisa lógica, es fácil deducir la importancia de cada persona que compone la sociedad, puesto que cada uno de nosotros aporta con su conocimiento personal, tal vez pequeño, pero no por eso menos importante, al progreso de nuestra comunidad, esto lo hacen a través de la toma de decisiones en el día a día y maximizando la productividad con aquellas habilidades que aporta y que son útiles a todos.
Esta visión de una sociedad basada en la cooperación voluntaria es una visión netamente individualista, hecho que no se debe confundir con egoísta, puesto que esta concepción parte del análisis del individuo, dado que todo colectivo no es nada más que la sumatoria de las personas que lo componen, seres con sus propios sueños, metas, problemas, historias, emociones, etc. Los cuales son los verdaderos protagonistas del día a día.
En este sentido es lamentable como aquellos que ostentan “poder” se atribuyan para sí los logros que los individuos que componen nuestra sociedad conquistan día a día, gastan millones de bolivianos de nuestras arcas públicas en propaganda para aplaudir cifras, muchas veces dudosas, sobre índices socioeconómicos que dicen no hubieran sido posibles sin su intervención casi “divina” y su gestión cuasi “omnipotente”.
¡Y no señores, bajen de su pedestal! Esos logros son de las personas, la reducción de la pobreza es resultado del arduo trabajo, de las decisiones acertadas y el conocimiento a su disposición de las personas de bajos recursos en su búsqueda de mejorar sus condiciones de vida; la disminución del desempleo se debe a los innovadores, emprendedores y empresarios que con su experiencia, decisión e inteligencia aciertan en estrategias que les permiten crear nuevas oportunidades laborales; e incluso las obras ejecutadas por parte de los diferentes niveles estatales, son expresiones del esfuerzo de los trabajadores que con sus impuestos entregados al estado permiten las construcción de infraestructuras e instituciones a lo largo y ancho del territorio nacional.
En resumidas cuentas, un aplauso para los verdaderos dueños del conocimiento, los héroes del día a día, que, a pesar de las limitaciones y condiciones poco favorables, logran dar un paso hacia adelante.
No necesitamos gobernantes mesiánicos que solucionen nuestros problemas, necesitamos hombres de estado que no nos perjudiquen en nuestra propia marcha individual hacia el progreso.
ESTEBAN EDUARDO BURGOA CARDOZO
Director Ejecutivo Generación Bicentenario
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21