¿La secesión de Santa Cruz y la República de la Media Luna?

.

DIEGO AYO

¿Debería Santa Cruz pedir la secesión y conformar su propio país? Es fundamental responder esta interrogante sin que se nos paren los pelos. Ya vimos que algunas minorías étnicas reclaman mayor presencia en el destino de la nación –federalismo, descentralización, autonomía- y/o exigen su independencia. Es preciso abordar el tema recordando, por ejemplo, que los catalanes, siendo un sexto de la población española, exigen su independencia y/o los habitantes de Quebec (los franceses canadienses) tenían similar demanda siendo una cuarta parte de la población. ¡Minorías étnicas empecinadas en encontrar su destino! Sin embargo, hay otros países que tienen “minorías mayoritarias”. No son una sexta parte o una cuarta parte como en los ejemplos descritos: son más de un tercio y/o casi la mitad. Son naciones de dualidad étnico-nacional como Checoslovaquia, Bélgica y Bolivia. En las tres naciones, las minorías no son minoritarias: son casi igual de grandes que la mayoría étnica. Es esta la precisa mirada del profesor Josep Colomer en su libro Grandes imperios, pequeñas naciones. Veamos.

Primer caso: Checoslovaquia. Hay poco más de 10 millones de checos y poco menos de 6 millones de eslovacos. ¿Qué sucedió en esta nación binacional? Decidieron separarse. El 1 de enero de 1993 cada quien se fue por su lado. Rompieron. Y lo hicieron de modo pacífico. Es pues una primera forma de solucionar la bi-nacionalidad presente: separándose.

Segundo caso: Bolivia. Impera la noción numérica como rasgo definitorio: “somos más” y, por ende, lo que vale y funciona es la “democracia de mayoría”. Creen que esta es una forma de democracia perfecta: los que somos el bloque numérico más descollante, tenemos el derecho a gobernar todo el país. ¿Y la minoría o las minorías? Son menos y deben someterse. Es una tercera forma de solucionar la bi-nacionalidad presente: sometiendo a las minorías.

Tercer caso: Bélgica. Podemos afirmar que este país de poco más de 10 millones de habitantes se descompone en una mayoría flamenca con poco más del 60 por ciento de la población y una minoría valona con poco menos del 40 por ciento. ¿Qué decidieron? Aplicar un modelo de democracia pactada con cada nación dueña de su territorio y representada por su propio congreso flamenco y/o valón. Además, para dilucidar asuntos de la nación como un todo –la moneda, el control de migrantes, la selección de fútbol, etcétera- cuentan con un congreso binacional con igualdad porcentual en la representación. Es cierto que los flamencos son más, pero ese dato no es impedimento para solventar un acuerdo de igualdad plena. Una igualdad no numérica. Es una segunda forma de solucionar la bi-nacionalidad presente: estableciendo instituciones que respeten las diferencias numéricas mínimas.

En suma, hay tres formas de actuar cuando tienes una minoría casi igual de grande que la mayoría. Repito: o procede la separación (secesión en lo que fue Checoslovaquia), o se encuentra la solución institucional para un arreglo binacional efectivo (Bélgica) o se impone la “democracia de la mayoría” (Bolivia). ¿Qué tal? Podemos ir por la primera opción: no se habla sobre esta opción. Sólo enunciarla es un acto de provocación que raya en la traición. Descartémosla.

¿Segunda opción? Es la opción del MAS: les recortamos sus derechos como “media luna” por una razón clara: somos más. No se trata de una razón clara, debatida y menos acordada: se trata de pura matemática de Baldor del primer año escolar. Somos mayoría y, por ende, deben obedecernos. Pero, ¿se puede? No lo creo: si has migrado o nacido en Santa Cruz ya no te alineas tan mecánicamente al discurso de la mayoría dominante. Tu abuelo de Achacachi votó por el MAS, tu padre de El Alto votó por el MAS, y tú, el nieto, votas por Camacho o una opción de la media luna.

Tercera opción: establecemos una descentralización acorde a la contundencia numérica: el MAS ganó con el 55% de votos, pero un 45% no votó por ellos. De un padrón electoral de siete millones y medio, 4 están con el MAS y 3 y medio (un poco menos) no. O, en términos demográficos totales, 6 y medio están con el MAS y 5 y medio no lo están. En ese escenario, ¿se puede seguir aplicando la mentada “democracia de mayoría”? Absurdo. Se requiere un acuerdo. Un pacto a lo belga. ¿Qué supone eso? Un futuro de bi-nacionalidad. Con el nombre que se acuerde: autonomía, federalismo, descentralización dual, acuerdo confederado. Ese debe ser el destino. Las dos opciones restantes, o desmiembran Bolivia o, como sucede hoy, la someten a una pelea permanente en nombre del sacrílego número demográfico.

DIEGO AYO SAUCEDO
Politólogo e Investigador Social
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21