Muchos columnistas progresistas (progres) se han dedicado de diversas formas a tratar de descalificar, sin éxito obviamente, las premisas libertarias (con mayor fuerza de las tinte Mileisiana), esto ocurre porque la generación de los años 80s y 70s en Latinoamérica vinieron marcadas en la cultura por propuestas como la de Galeano y sus “venas abiertas” o de idioteces como que el capitalismo es malo y salvaje, posiciones que venían incluso desde la cátedra o el colegio. Mi generación, por tanto, se vio envuelta en una moda de nuevo hippismo contrastado con un neofeudalismo, es como decir que los nuevos señores feudales se volvieron hippies de cliché. Lamentablemente, este es el progresismo del siglo XXI, el cual viene marcado por una gran ignorancia pese a que muchos “intelectuales” están insertos en esa ignorancia, ya que no toman en cuenta los datos reales ni el contexto y basan su argumentación en buenismos. Un ejemplo rápido es el que dicen que los autos eléctricos generan menos contaminación, premisa que defienden con su calidad “intelectual”, pero evitando totalmente el contexto y los datos reales, cayendo, por tanto, en ignorancia.
Ante esta argumentación surgen artículos que tratan (como dije, tratan) de descalificar posturas de línea liberal o libertaria, argumentando con falacias y sofismos que rayan muchas veces en lo burdo. Dos de estos exponentes a los que haré referencia son Jorge Patiño Sarcinelli y H.C.F. Mansilla, el primero en su artículo donde crítica a Antonio Saravia bajo la premisa de que el MAS (Movimiento al Socialismo ) no es socialismo, y su argumentación concluye de que no son socialistas, porque son los malos de la película y por supuesto el malo de la película no puede ser socialista, ya que el socialismo en pequeñas dosis y de manera bien administrada, es decir, con ángeles como funcionarios públicos incorruptibles, bondadosos y transparentes, es bueno aplicarlo porque ayuda en el área social y redistribuye la riqueza. Típico cliché progresista que incluso hace alusión a países como España que tienen a un presidente de izquierda e inmediatamente generalizan como si todo el país hubiese optado por convertirse a un modelo socialista (a España le falta muy poco por cierto); sin embargo, el tema inicial era la postura de visión ideológica del MAS. Jorge Patiño, progresista como es, desconoce la ciencia económica, por eso redunda en su único planteamiento fofo de defender al socialistas con sus buenismos cuando la realidad es clara y la evidencia empírica a lo largo de los años lo ha demostrado, los socialistas son ladrones, son corruptos, son los vendedores de humo de la humanidad, no hay modelo socialista en el mundo exitoso, quien crea que los países nórdicos son socialistas o son “medio socialistas” (social democracia) realmente tiene un trastorno disociativo de la realidad.
Otro exponente es H.C.F. Mansilla quien se dice liberal, pero responde a ese liberalismo de los EEUU que tiene la misma visión progresista de los demócratas, se basa en buenismos filosóficos para tratar de justificar y planificar, pero no toma en cuenta el contexto político, ni económico ni social y peor aún, trata con preposiciones filosóficas de calzar a la fuerza su postura; hace referencias a exponentes liberales como Ayn Rand, pero sus conclusiones terminan rayando en el progresismo porque le falta contrastar el análisis con la realidad del mundo y claro, en su burbuja de confort académica, se cree dueño de la verdad. Tales son las falacias que desmerece el gran logro (por no decir épico) del ascenso de Javier Milei a la presidencia de Argentina, lo asume como si fuese un populismo de quinta y desconoce totalmente el proceso por el cual este país eligió, de lejos, al mejor representante de la libertad en América Latina y eso sucede porque como filósofo intelectual desconoce la técnica política o la economía aplicada al análisis de la realidad.
En suma, los progresistas desde sus cosmovisiones no logran llegar a la gente, no logran conectar con las personas que viven el día a día que sienten los efectos de una crisis económica provocada por el socialismo y la social democracia (izquierda y centro) y dentro de su burbuja de confort señalan a los que no están de acuerdo con su credo como los malos de la película, irónica postura cuando ellos mismos defienden el open mind, pero claro, si no estamos en su línea de open mind recurren a las falacias o sofismos para tratar de descalificar lo que no quieren aprender. Lo bueno es que esta casta de acomodados no responde al conjunto de personas que trabajan el día a día y que no necesitan de la filosofía banal para entender que la razón, la lógica y la evidencia empírica es lo que se necesita para poder entender los cambios que se requieren en este país y lo mejor de todo es que ni los conocen ni leen sus columnas rimbombantes cargadas de buenismo y, por lo tanto, estos filósofos “intelectuales” siguen viviendo en su trastorno disociativo de la realidad.
- OSCAR ARCE
- ECONOMISTA LIBERAL Y CONSERVADOR SOCIAL. SEGUIDOR DE LA ESCUELA AUSTRIACA DE ECONOMÍA.
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