RODOLFO FAGGIONI
Durante el 2022 la tasa de natalidad en Italia ha tocado su nivel más bajo. Por primera vez desde la unificación de Italia (1861), los nacimientos estuvieron por debajo de las 400.000 unidades anuales, mientras que la mortalidad continuó siendo alta, con el resultado de que cada 1.000 habitantes, hubo siete nacidos y doce defunciones.
Un país en el que la población residente sigue disminuyendo por un exceso de defunciones sobre nacimientos, es un país que está envejeciendo e Italia resulta ser la segunda nación más anciana del mundo después del Japón. Respecto al 2018, último año en el que hubo un aumento de nacimientos, el descenso es de cerca 200.000 nacimientos y la media de hijos por mujer ha descendido a 1,24. Se cuestiona los motivos de esta disminución en los nacimientos y se los remota sólo parcialmente a una elección de las parejas o al cambio significativo al envejeciento progresivo de la población femenina. Tambien el continuo aplazamiento de la experiencia de tener hijos acaba convirtiéndose en una definitiva renuncia, asimismo las italianas se convierten en madre siempre más tarde, dan a luz después de los 30 años.
Los habitantes en Italia se han reducido a menos de 58 millones, 180 mil menos que en 2021, descenso que, aunque menor que el de los años más agudos de la pandemia, no han sido compensados por los movimientos migratorios desde el exterior, que tambien vió una recuperación en el atractivo de Italia con un saldo neto que ascendiٕó a 230.000 en 2022. Actualmente el número de extranjeros que viven y trabajan en Italia, supera la cifra de 6 millones, un 3,9% más que el año anterior.
En 2050, de hecho, podría haber 5 millones de italianos menos, con una caída anual de nacimientos de alrededor 230.000 unidades y 2 millones de jóvenes.
Las personas con más de 90 años actualmente son 240.000, en el 2050 serán el doble.
Este fenómeno está estrechamente ligado a la bajísima fecundidad de las úlimas décadas y a la ganancia en longevidad obtenidas gracias al progreso de la ciencia y de la medicina.
Un panorama bastante alarmante si se lo analiza desde la perspectiva de las repercusiones en términos de crecimiento económico. Una población en edad de trabajar permite que la economía sea dinámica y crezca más rapidamente posible; por el contrario una disminución de la población en edad de trabajar puede conducir a una desaceleración del crecimiento económico.
Es un fenómeno que se está extendiendo por toda Europa.
RODOLFO FAGGIONI
Periodista y Corresponsal en Italia. Miembro efectivo de Prensa Internacional
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21