HUGO BALDERRAMA
En días pasados, la fundación Friedrich Ebert Stiftung Bolivia (FES) publicó un estudio sobre la situación económica, política y social del país. La investigación, que usó la metodología Delfhi en su elaboración, arribó a conclusiones bastante preocupantes sobre el presente y el futuro nacional. Por ejemplo, un 75% de los participantes ve que la economía enfrenta problemas estructurales de largo plazo, entre ellos, el agotamiento del modelo y la falta de oportunidades laborales.
De manera paralela, La quinta edición del Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción (CCC), presentado anualmente por el Consejo de las Américas y Control Risks, reveló que Guatemala, con 2,86 puntos; Bolivia, con 2,56; y Venezuela, con 1,46, son los países con menor capacidad para combatir el delito de la corrupción. Al respecto, Theodore Kahn, director de Control Risks, expresó lo siguiente:
- El deterioro en la capacidad de controlar la corrupción tiene implicaciones graves para la calidad de la democracia y las perspectivas económicas. Socava la confianza en las instituciones, lo cual favorece propuestas populistas y polarizadoras y debilita la confianza de inversionistas.
Aunque la corrupción y la crisis económica son dos grandes dificultades para los bolivianos, no son las únicas a enfrentar. Otro gran problema es el referido a la educación, en concreto, el Modelo Educativo del Estado Plurinacional.
El 2021, el Banco Mundial publicó un documento titulado: Actuemos ya para proteger el capital humano de nuestros niños: Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia de COVID-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe. En el caso de Bolivia, el informe refiere que el país sufrió una deserción escolar de 20 por ciento o más, una de las más altas de la región. Empero, a todo lo anterior se hace necesario añadirle la pésima calidad del sistema educativo boliviano.
El Movimiento Al Socialismo sacó a Bolivia del programa de evaluación internacional de los estudiantes (PISA). La última vez que el país participó, año 1997, se observó que los estudiantes bolivianos de primaria lograron responder correctamente aproximadamente el 59% de las preguntas, pero este porcentaje disminuía radicalmente en grados superiores según fuente de la UNESCO.
Por su parte, el año 2017, el Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) ―la única evaluación internacional de la calidad educativa en la que participó Bolivia en dos décadas de dictadura― mostró que más de la mitad de los estudiantes escolares bolivianos del tercer y sexto grados se encuentran rezagados respecto del desempeño que deberían tener en diferentes áreas de conocimiento. El peor resultado obtenido se da en los casos de lectura y ciencias naturales para sexto de primaria y en escritura de tercer y sexto.
A modo de cierre, permítame contar una anécdota personal. Durante mis clases, en general, en cada etapa de mi vida, digo lo que siento y pienso. Eso me llevó a tener varios encuentros acalorados con estudiantes nacidos en el Chapare cochabambino, la zona de mi departamento convertida en el feudo privado de Evo Morales. La mayoría, por no decir todos, de estos muchachos solamente conocen la versión masista sobre la historia de Bolivia en las primeras tres décadas del Siglo 21 Tristemente, llegaron a la adultez escuchando sobre las «maldades» del neoliberalismo y los «héroes» del Movimiento Al Socialismo. Sin embargo, eso no es lo peor, sino que los adoctrinaron tanto que no tienen el más mínimo resquicio de pensamiento propio, todas las decisiones deben responder a algo que ellos llaman «orgánico», es decir, la voluntad de Evo. Es evidente que toda esa cantaleta de la «descolonización» tenía como único objetivo aislar al estudiante boliviano del contexto internacional para, de esa manera, adoctrinarlo con todos los relatos mentirosos del Socialismo del Siglo 21, que para eso llegaron los «educadores» cubanos.
HUGO BALDERRAMA FERRUFINO
Economista, Master en Administración de Empresas y PhD. en Economía
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21