–
RODOLFO FAGGIONI
Otra vez se escucha el retumbar de los cañones y de los tanques, el bombardeo de los aviones, de la muerte de miles y miles de inocentes. La guerra se está volviendo cotidiana y si se vuelve cotidiana, como se está volviendo en estos últimos años, pierde su terribilidad, su espanto, su horror. Se parece siempre más a una “routine” que no emociona. Es así para los atentados, los estragos, los kamikases, los prófugos: la Indeferencia es total. Decimos esto no por cinismo sino por realismo. A los señores de la guerra les interesa la indeferencia para poder hacer sus negocios.
Pero la guerra no es solamente negocios petrolíferos. La guerra es casi siempre la mano armada de la política. El medio para llegar donde no llegan las palabras de la diplomacia. Este alternarse de voces y de disparos señala la vida difícil de un Oriente Medio y las difíciles relaciones entre árabes e israelianos.
Medio siglo de odios, de batallas, de millones de muertos. Sin solución, sin esperanza. Siempre igual no obstante Camp David, los acuerdos Perez-Arafat, el retiro de los colonos auspiciado por Sharon. Todo esto no ha servido para nada. La disposición de los soldados en el tablero es siempre igual. Las formaciones terroristas como Hamas y Hezbollah ganan siempre más de aprobación popular. Israel y el pueblo israelita son el principal enemigo de destruír y a los mususlmanes moderados no les es posible hacer cambiar de parecer a los extremistas.
Los árabes intransigentes, los países como Iran y Siria que continúan sin descanso el disegno de borrar del mapa el Estado de Israel e Israel que se defiende con todos los medios de esta amenaza. Si exagera o no, o si en el pasado haya tenido sus culpas, no se sabe a ciencia cierta, podríamos pasar el resto de nuestros días a discutirlo sin obtener nada. Si en el pasado se ha hecho protagonista de violencias no significa que ahora los israelianos deban ser hechados de sus tierras.
Si los “grandes” del mundo no encuentran la solución a este problema, esta guerra será infinita. No terminará nunca. Se hará cada vez más sangrienta y sofisticada, y, si como en Iraq, también los EE.UU. ponen mano a las armas, todo se volverá un infierno que implicará a todo el mundo.
No creemos exagerar. Si Europa filo-arabe y los U.S.A. filo-israelianos no encuentran un punto de discusión, esta vez la situación se pondrá muy delicada y muy peligrosa.
No es el tiempo de la política guiada por intereses nacionales. La guerra global quiere decir todos contra todos y todos armados de bombas atómicas y de armas de destrucción total. Estamos al límite de la razón humana. Lo que está sucediendo en Oriente Medio o Ucrania podría ser sólo el inicio de lo que podría suceder en cualquier parte del mundo. No es una cuestión de tener o no razón. Está en juego la suerte de todos. Solo la buena política puede dar los frutos que todo el mundo espera.