El título de este artículo es prestado de un libro de 1988 de Friedrich Hayek. En él, este economista liberal, criticaba fuertemente al socialismo, argumentando que la idea de que autoproclamados expertos puedan dirigir una sociedad compleja era una gran osadía y una fatal arrogancia.

El 11 de noviembre de 2024, El Deber publicó un artículo mío titulado “Astrología Política” donde criticaba la falta de responsabilidad en las encuestas políticas, señalando que, a pesar de sus frecuentes errores en predicciones clave (como el Brexit y varias elecciones recientes en EE. UU., Bolivia, Argentina, España y Francia), las encuestadoras no aceptan sus limitaciones y/o errores, y se las continúa propagando. Además, denunciaba la complicidad de los medios de comunicación, que difunden encuestas, dándoles credibilidad cuando, en realidad, están creando una ilusión de predecir el futuro similar al chismoseo de quien se llevará la corona en un concurso de belleza.

Durante la semana pasada, se publicaron múltiples encuestas, incluyendo una encargada por Marcelo Claure (“la encuesta más grande de la historia del país”), así como estudios de Captura Consulting y AtlasIntel, este último circulando a pesar de que se autodenomina ‘privada.’ Adicionalmente, se esperan los resultados de las encuestas por parte de la oposición pactadas hace meses, que, de llevarse a cabo, se supone que definirán al candidato del autoproclamado bloque de unidad.

Los medios de comunicación han seguido la tendencia habitual de especular y buscar narrativas intrigantes en estos datos. Sin embargo, ninguno destacó y/o analizó un patrón común en todas las encuestas: un 20% de los encuestados que, al preguntarles por su preferencia presidencial, indicaron que no saben o que rechazan a todos los candidatos presentados.

Dado los niveles de apoyo de los principales candidatos en cada encuesta—alrededor de aproximadamente otro 20%—hacer predicciones con un número similar de gente que los rechaza es, en el mejor de los casos, de ingenuos.

Cuando 20% de los encuestados no saben a quién escoger o rechazan todas las opciones de la propuesta, la encuesta es inconclusa, así sea “la encuesta más grande de la historia del país”. Esta indecisión o rechazo puede deberse a problemas metodológicos de la encuesta o a la insatisfacción de los encuestados que prefieren evitar el esfuerzo cognitivo de reflexionar y formular una respuesta honesta e informada.

El punto central es que ignorar este 20% o distribuirlo arbitrariamente entre los candidatos distorsiona los resultados. En cambio, el desafío real para interpretar correctamente las encuestas es investigar las razones detrás de este alto porcentaje de indecisión o rechazo, ya que a menudo supera el apoyo individual de los candidatos.

Las respuestas de «no sabe» o «ninguno» en las encuestas ocultan preferencias reales que invalidan las predicciones simples. Esta indecisión a meses de la votación puede reflejar incertidumbre por una profunda insatisfacción del electorado, como se evidenció en las victorias del 2016 de Trump y del 2023 de Milei que muy pocos advirtieron por no cuestionar los datos que estaban frente a ellos.

Al igual que cualquier otra herramienta, el valor de las encuestas depende de correcto uso. En encuestas bien hechas no hay sorpresas porque se interpretan los resultados rigurosamente, no importa cuales sean esos resultados ni menos quien los paga.

Todos los resultados de encuestadoras en las elecciones nacionales del 2020 apuntaban a una segunda vuelta. Ninguna estuvo cerca del resultado final y ahora en el 2025 otra vez están en boga, algunos con otros nombres, pero al final con un mismo pensamiento mágico que su encuesta es la ‘real’ cuando, en realidad, están vendiendo placebos a candidatos y electorado de lo que el futuro depara.

El futuro se moldea a partir de decisiones individuales que análisis simplistas o deficientes no lo identifican y menos si son amplificados por personas que se autoproclaman expertas. Pretender que estos análisis vislumbran el futuro es una gran osadía y una arrogancia fatal.

  • JOSÉ LUIS CONTRERAS C.
  • ECONOMISTA.
  • *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21