La educación ante el desafío del siglo: avanzar mirando atrás

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IGNACIO VERA

Como todos sabemos, los nuevos paradigmas pedagógicos que se asentaron en las universidades y escuelas de casi todo el mundo, sostienen el mantra de que ahora es el estudiante —ya no el profesor— el que debe ser el protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje, pues es aquel quien debe buscar sus propios caminos en el proceso de búsqueda del conocimiento, en vez de limitarse a escuchar la cátedra aparentemente infalible del catedrático, como se hacía durante el Medioevo y otras épocas posteriores. Sin embargo, aquella forma de ver y encarar la educación no es tan nueva como solemos creer. Hace aproximadamente mil novecientos cincuenta años, el pedagogo Quintiliano ya propuso algo similar, pues decía que el fin de la pedagogía era hacer del estudiante un buscador autónomo que vaya arrinconando al maestro, hasta hacerlo superfluo. Quintiliano, además, fue uno de los precursores de la formación continua y la actualización de conocimientos por parte del estudiante. (Los autores clásicos no son tan conservadores como muchos creen, ya que plantearon miradas diferentes, o rebeldes incluso, desde la filosofía y la literatura. Ahí están los nombres de Eurípides, Ovidio, Sulpicia o Safo, entre otros).

Los fenómenos que se presentan en el mundo nos obligan a replantearnos los procesos de enseñanza, so pena de seguir reproduciendo rutinas que puedan estar ya superadas por la inteligencia artificial y las plataformas de internet donde se almacenan contenidos educativos. Aquellas rutinas pueden ser, por ejemplo, la mera recopilación de información, la redacción de una monografía o la elaboración de un estado del arte, procesos todos estos que hoy pueden ser realizados por un bot conversacional como ChatGPT. Ahora bien, es verdad que, en ciertos casos, esta aplicación todavía cae en imprecisiones y elabora respuestas poco articuladas; empero, hay que tomar en cuenta que se lanzó hace muy poco y que lo más posible es que vaya perfeccionándose más pronto que tarde.

YouTube también cambió la educación. Hoy, cualquier persona que posea un dispositivo digital con internet, y desde casi todos los sitios del mundo, puede acudir a esta plataforma en la que existen desde recetas de cocina hasta clases de matemáticas o filosofía, y desde partidos de fútbol hasta historia del Antiguo Egipto. Ello, el estar tan cerca del conocimiento, antes hubiese sido inimaginable. Por todo esto, el profesor y el educador deben tratar de dar un paso adelante, darle un plus a su oficio, algo que no pueda ser encontrado en el internet y para lo cual sea necesaria una presencia humana. El proceso educativo ya no puede ser más la mera transmisión de conocimientos.

Por este motivo, los criterios de evaluación de tareas, trabajos y exámenes deberían ir exigiendo al estudiante otro tipo de esfuerzos. Éste debería ir siendo puesto a prueba en otro tipo de competencias, como el análisis crítico, la fundamentación de motivos, la creatividad científica o artística o la interpretación de circunstancias o contextos, pues solamente estas habilidades podrían superar —al menos por lo pronto— las posibilidades creadoras de la inteligencia artificial. Incluso los criterios de evaluación de la disciplina y el desenvolvimiento personal deberían ir cambiando. Ahora, en vez de valorar la actitud obedientemente sumisa del estudiante, como se hacía hasta en mis épocas de colegial, más bien se debería evaluar la capacidad de interacción con los otros, la empatía, la solidaridad, la inquietud creadora y otros valores vinculados con el humanismo, el cual está en peligro debido a la disrupción tecnológica y el creciente aislamiento que generan los nuevos artilugios digitales de esta nuestra modernidad líquida (Z. Bauman).

En este contexto, también quisiera mencionar la paideía griega (los latinos la llamaron humanitas), que era la educación integral que se daba a los estudiantes en la Antigua Grecia para que estos tuvieran una visión completa de su sociedad y el mundo. Sin embargo, en un mundo con tanto conocimiento como el nuestro, que obliga a la especialización técnica, ¿es posible todavía la paideía? Es difícil, creo yo, mas no imposible. En las carreras demasiado técnicas, las cuales cada vez son más, se deberían impartir lecciones de ética, arte o historia universal, conocimientos que humanizan al ser humano y lo hacen partícipe de una cultura global de la que él es parte insustituible. Por todo lo expuesto, creo que el futuro está, en gran medida, en nuestro pasado como humanidad, pues este dio al mundo muchas pautas teóricas y operativas que todavía tienen vigencia.

IGNACIO VERA DE RADA 
Politólogo y docente universitario
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21