Javier Milei es la esperanza de la región

A mediados de la primera década del Siglo XXI, pude leer un informe elaborado por Rolf Linkohr, un experto en asuntos de América Latina del Parlamento Europeo. El trabajo contradecía los discursos que, en ese entonces, los líderes populistas usaban para cautivar a sus naciones, por ejemplo, la triada patriótica de empresarios, trabajadores y Estado para desarrollar Bolivia que dijo Álvaro García Linera el 22 de enero del 2006. Linkohr consideraba que, en realidad, la región estaba ingresando a una fase de gobiernos autoritarios que no nos dejarían aprovechar los beneficios de la globalización y de un mundo cada vez más competitivo y en plena revolución tecnológica.

Han pasado casi dos décadas de ese documento, la realidad nos muestra que, aunque a muchos les duela, Linkohr tenía mucha razón, pues pobres fue lo único que generamos en más de dos décadas de hegemonía del Socialismo del Siglo XXI. Al respecto, el economista Hermes Pérez, en una entrevista para Diario de las Américas, expresó lo que sigue:

  • Venezuela registra tres veces más la cantidad de personas pobres que Haití, el país de Latinoamérica que históricamente ha sufrido en mayor medida de crisis económica, política y desigualdad. En Latinoamérica hay 18.5 millones de pobres, la mitad de los pobres de todo el continente está en Venezuela. Aquí hay más pobres que Haití, nación que tiene 3.7 millones de pobres, nosotros tenemos 9.3 millones, triplicamos esa cifra. Un país que en 1974 llegó a tener el ingreso per cápita más alto del planeta.

Caso similar sucedió en Argentina bajo el mando del matrimonio Kirchner Fernández, puesto que la pobreza llegó al 58% de los argentinos y la inflación anual para el año 2023 alcanzó al 211,4 %. Ni hablar de los índices de criminalidad y el bajo nivel educativo de los colegios estatales.

Es decir, la lucha contra la pobreza estaba presente, hasta ahora lo está, en las arengas de los gobernantes populistas, pero totalmente ausente en las políticas públicas, o, en todo caso, estaban luchando para acabar con la pobreza de sus propias familias, como nos muestran los casos de Hugo Chávez, Evo Morales o Luis Arce Catacora.

En ese escenario de colapso y miseria, a mediados de la década del 2010, aparece un excéntrico economista puteando, sí, puteando, contra el sistema y los políticos. Su figura se volvió viral en redes sociales, radios y canales de tevé. No faltaron las polémicas por algunas malas interpretaciones de las palabras de Javier, como ese sonado caso con la modelo Sol Pérez. Sin embargo, el hombre de calle común, ese que tiene que levantarse a trabajar el doble de horas para ganar cada vez menos, empezó a sentir empatía por Milei. Nicolás Márquez ―en su libro: Milei: la revolución que no vieron venir― cuenta que fueron unos empresarios que animaron a Javier a entrar al, siempre oscuro, mundo de la política partidaria. No debe existir un caso en el mundo de tanto éxito, ya que Javier, solamente, en tres años primero alcanzó una diputación y luego la presidencia de la nación.

Javier no cambió ni un centímetro su actitud, siempre fue honesto. Compare la frase de su primer discurso presidencial: «Lamentablemente, tengo que decirlo de nuevo: no hay plata. La conclusión es que no hay alternativa al ajuste y no hay alternativa al shock», versus las ofertas irrealizables de salud y educación gratuitas de los populistas.

A un año de su gobierno, con dificultades en el congreso e intentos de violencia de parte de las pandillas piqueteras, según el último informe elaborado por CB Consultora Opinión Pública, el mandatario argentino alcanzó el primer lugar en el ranking de imagen positiva entre los presidentes de Sudamérica durante diciembre.

En mi humilde opinión hay una variable que explica la imagen positiva de la gestión de Milei: la caída de la inflación, que para noviembre 2024 se había reducido al, bajísimo, 2,4%.

Sucede que, para los asalariados y otros individuos con ingresos fijos, la caída del nivel de precios los favorece por dos razones: 1) su salario vale más en términos reales y 2) se reduce sus niveles de incertidumbre a futuro, porque su capacidad de ahorro se incrementa. En palabras sencillas, ya no tengo que corretear buscando el pan y la leche, además que puedo guardar un saldo de efectivo para, verbigracia, eventuales problemas de salud.

Finalmente, la gestión de Milei es un revés en la cara de nuestros rivales políticos, porque el libertario está demostrando que la apertura económica, los bajos impuestos, el control de la inflación y la mejora de la competitividad son favorables para los más pobres de la sociedad.

¡Viva la libertad!

  • HUGO BALDERRAMA FERRUFINO
  • ECONOMISTA, MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA
  • *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21