El Mosquito de Brújula Digital se refiere así al Instituto Nacional de Estadísticas – INE, en su publicación de septiembre 15.
Coincido con esa calificación si consideramos que, utilizando sus propias cifras y las del Estado, llegamos a una cifra muy distante de los 11.312.620 habitantes que el INE dice que Bolivia tiene de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de marzo 2024. Para este cuestionado censo se gastaron más de US$69 millones de dólares, hoy, adeudados al Banco Interamericano de Desarrollo y FONPLATA. Cuentan mal y nos dejan con MAS deudas.
El cálculo de estimación de cuantos deberíamos ser en marzo 2024, es simple, pero hasta eso le escapa al INE. Si a fines del 2012—el anterior censo—éramos 10.059.856 habitantes, la cifra de marzo 2024 debería ser este número, menos las muertes en este periodo, más los nacimientos en el mismo periodo. La simplicidad del ejercicio lo enreda al INE.
En cualquier otro país, los certificados de defunción en este periodo emitidos por el Servicio de Registro Cívico—SERECI—dependiente del Tribunal Supremo Electoral (TSE) deberían ser suficientes para determinar el monto de bajas ya que es un documento oficial que certifica la defunción del ciudadano. En Bolivia, sin embargo, a este certificado se le atribuye limitaciones de subregistro, retraso y errores. En el periodo intercensal se emitieron aproximadamente 660 mil certificados (proyectando el 2023 y tres meses del 2024) de acuerdo con cifras del INE.
Alternativamente, y dada la limitación de las cifras del SIRECI dependiente del cuestionado TSE para para determinar la mortalidad en el periodo intercensal, podemos utilizar las tablas mensuales de mortalidad diferenciado por edad y sexo de Bolivia vigentes en el sistema jubilatorio actual que estima la mortalidad al 105%.
Para la fecundidad podemos utilizar las mismas cifras del INE del 2016: la Encuesta Demográfica y de Salud—EDSA—que determinan a ese año que la Tasa Bruta de Natalidad—TBN—era de 1.9. Este número refleja el promedio de nacimientos que ocurren anualmente por cada mil personas.
Visto que el EDSA refleja la realidad de los últimos 36 meses anteriores al estudio, se proyectó la TBN para los años siguientes hasta marzo 2024.
De este cálculo (censo 2012 menos la mortalidad boliviana más los nacimientos determinados por la Tasa Bruta de Natalidad) se desprende que en marzo de 2024 deberíamos ser aproximadamente 12.2 millones, es decir, 900 mil más de lo que el INE nos informa actualmente.
La omisión del INE no se limita solo a los números concretos. También se oculta en la falta de correlación y explicación entre las cifras publicadas anteriormente y las actuales, repentinamente descubiertas en un censo que no pueden explicar, a pesar de las referencias circulares a la misión técnica conjunta entre UNFPA y CELADE que afirma que “los datos… son coherentes” pero que no se hace pública
Finalmente, y MAS preocupante es que si en el 2024 somos 11.3 millones y en el 2012 éramos 10.06 millones de acuerdo con los respectivos censos, en el 2020, haciendo una regresión simple, éramos aproximadamente 10.9 millones. Visto que el padrón electoral de ese año (2020) fue de 7 millones—65% de la población—cuando el grupo etario para votar, aquellos mayores de 18 años llegan a un 70% de la población, se traduce en una eficiencia particular e inusual del TSE en un año de plena pandemia.
Otro cuestionamiento, ¿es razonable que Bolivia haya crecido en población solo 1.253 millones de personas entre los censos? Esto da un crecimiento poblacional anual compuesto de solo 1,02% por debajo de la de Belice (1,8%), Costa Rica (1,4%), Guatemala (1,8%), Honduras (1,6%), México (1,2%), Nicaragua (1,3%), Panamá (1,5%), República Dominicana (1,2%), Haití (1,2%), Ecuador (1,3%), Paraguay (1,5%), Perú (1,1%) y la desdibujada Venezuela (1,3%), A la luz de las tasas de crecimiento de los países nombrados ¿es, coherente, que Bolivia tenga una tasa según el INE de crecimiento de solo 1,02%?
Ya lo indicábamos en una columna anterior. Bolivia, entre las varias cosas que tiene que hacer para empezar a salir de su crisis, debe sincerar sus cifras. Las del Banco Central de Bolivia esconden una mora significativa de empresas estratégicas y de oro no certificado entre otras limitaciones. Se desconocen las reservas certificadas de YPFB desde 2018. No se ha hecho un estudio de reservas de litio. Se trabaja sobre 23 millones de toneladas de litio como recurso establecido por el US Geological Survey, pero a la fecha no hay estudios para establecer reservas probadas.
Y a esto se suman más preguntas que respuestas sobre el censo 2024 del INE, que este organismo pretende justificar con una vaga afirmación de “coherencia” por parte de la UNFPA y CELADE, sin publicar el estudio, si es que existe. Lo que Bolivia necesita es una evaluación cualitativa de sus cifras, no palmadas en la espalda por una supuesta coherencia.
- JOSÉ LUIS CONTRERAS C.
- Economista.
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21