Los resultados del estudio, con más de 15 años de investigación en ciencia neural, robótica y software, fueron publicados en la revista Frontiers in Neurorobotics.
“Este enfoque de control compartido”, indica el doctor Francesco Tenore, autor principal del artículo, “pretende aprovechar las capacidades intrínsecas de la interfaz cerebro-máquina y el sistema robótico”.
El fin, de acuerdo con el doctor Tenore, es crear “un entorno de ‘lo mejor de ambos mundos’, en el que el usuario puede personalizar el comportamiento de una prótesis inteligente”.
Para el doctor Tenore, “todavía quedan muchos desafíos por delante, incluida la ejecución mejorada de tareas, en términos de precisión y tiempo, y control de ciclo cerrado sin la necesidad constante de retroalimentación visual”.
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Así pudo hacerse el experimento con la interfaz y los brazos robóticos
La persona recibió una interfaz cerebro-máquina, denominada BMI, y dos prótesis modulares. Sentado frente a una mesa con un trozo de pastel en un plato, hace movimientos sutiles con los puños derecho e izquierdo en ciertas indicaciones:
“Seleccione la ubicación del corte”, para que la máquina corte un trozo del tamaño de un bocado.
“Mover comida a la boca”, alineando el tenedor con la boca.
En menos de 90 segundos, de acuerdo con los investigadores, la persona se alimentó con un postre.
El sistema BMI proporciona un vínculo de comunicación directo entre el cerebro y una computadora, decodificando señales neuronales y traduciéndolas, con el fin de realizar diversas funciones externas.
“Para que los robots realicen tareas similares a las de los humanos para personas con funcionalidad reducida, requerirán una destreza similar a la humana”, señala el doctor David Handelman, otro de los autores de la investigación.
“La destreza similar a la humana requiere un control complejo de un esqueleto de robot complejo. Nuestro objetivo es facilitar que el usuario controle las pocas cosas que más importan para tareas específicas”.
//FUENTE: FAYERWAYER//