Hagamos competir la educación pública y privada en Bolivia

SEBASTIÁN CRESPO POSTIGO

En el mundo de la economía, la educación juega un papel crítico en la formación del capital humano y, por lo tanto, en el desarrollo económico de una nación. Uno de los enfoques que ha sido objeto de debate constante en esta área es el sistema de vouchers, una estrategia que merece una evaluación más profunda por sus grandes efectos.

El sistema de vouchers, ideado por el renombrado economista Milton Friedman, se basa en la idea de que los consumidores, en este caso, los padres y estudiantes, deberían poder elegir libremente la institución educativa que mejor se adapte a sus necesidades. Bajo este sistema, se les proporciona un “voucher” financiero que pueden utilizar para pagar la educación en la escuela o universidad de su elección, ya sea pública o privada. Esto introduce la competencia en el sector educativo, lo que puede llevar a mejoras en la calidad y eficiencia en el uso de los recursos.

Para comprender el valor económico de los vouchers en Bolivia, es fundamental considerar la situación actual de la educación pública. El país enfrenta diversos desafíos en cuanto a una gestión eficiente de los recursos por estudiante, grandes tasas de deserción y problemas de calidad educativa, quedando rezagados a nivel Latinoamérica y con un nivel más bajo aún si comparamos con la educación de países desarrollados. En este contexto, el sistema de vouchers podría ofrecer beneficios económicos y sociales significativos.

Al permitir que los estudiantes o sus padres elijan escuelas que se adapten a sus necesidades, las instituciones educativas pueden especializarse y reducir la necesidad de capacitación posterior, lo que podría disminuir los costos de formación y propulsar a estos estudiantes a una educación con conocimientos actualizados, mallas curriculares personalizadas, entre otras particularidades, así como preparar a los estudiantes listos para llevar adelante cualquier proyecto que demande un mercado laboral tan competitivo y exigente como es el extranjero.

Otro beneficio puede ser el aumento de productividad económica en el país gracias al crecimiento de una fuerza laboral más educada y competente. Los vouchers podrían contribuir a una fuerza laboral más preparada y, en última instancia, a un crecimiento económico más sostenible y una posible diversificación de la economía, no podemos seguir siendo simples extractivistas, debemos pasar a industrializar el conocimiento.

Los vouchers tienen el potencial de dar más libertad al individuo, donde podrá primar la sana competencia entre escuelas y universidades para dar la mejor calidad al mejor precio posible, y no a la inversa como ocurre ahora, la peor calidad con el mayor gasto posible. En vez de que todos los recursos se centralicen en una sola entidad, se da la potestad al estudiante o padre de familia de decidir dónde estudiará el mismo.

Desde una perspectiva económica y social, el sistema de vouchers merece una consideración seria en Bolivia. La inversión en educación es la mejor herramienta contra la ignorancia, el populismo y autoritarismo, y los vouchers ofrecen una ruta que podría mejorar significativamente el desarrollo de las regiones. Sin embargo, la implementación exitosa requiere de un enfoque equilibrado y una regulación efectiva para garantizar la equidad y la calidad. Robespierre menciona lo siguiente: “El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía es mantenerlos ignorantes.” Y no es casualidad que tengamos uno de los peores sistemas educativos de la región.

SEBASTIÁN CRESPO POSTIGO

Ingeniero Económico y ExDirector del Comité pro Santa Cruz

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21