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Redacción VISOR21
Poco antes de las 15 horas de este miércoles 26 de junio, el general de Ejército, Juan José Zúñiga, llegó a plaza Murillo con media docena de tanquetas y carros militares. Conforme pasaban los minutos, la población comenzaba a hablar de un golpe de Estado en marcha, mientras los funcionarios públicos del Ejecutivo y del Legislativo continuaban con sus labores burocráticas.
La presencia de los medios de comunicación y la formación de tropas con uniforme camuflado comenzó a dar forma a esa figura, la cual no se vive en Bolivia desde 1982.
Zúñiga y su acompañante estacionaron la tanqueta en la puerta del antiguo Palacio de Gobierno y durante media hora no hubo ninguna señal de lo que sucedía. El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, llegó a “kilómetro cero”, se acercó al motorizado y luego de identificar al jefe de Ejército como quien movió a las tropas, comenzó a pedirle que baje y que “todavía estaba a tiempo” para abandonar esa aventura golpista.
Poco a poco fueron llegando otros ministros y autoridades que deploraban la presencia militar en plaza Murillo.
Zúñiga salió de la tanqueta y explicó que había llegado al lugar para “expresar la molestia de su sector”, por el mal manejo del Gobierno y con ello pidió el cambio de ministros, pero anunciándolo como parte de una decisión personal.
Todos los medios comenzaron a hablar de un golpe de Estado, mientras todos los líderes políticos se expresaban por las redes sociales, desde el propio mandatario Luis Arce, el jefe masista Evo Morales o los opositores Carlos Mesa y Jorge Quiroga.
Poco después, una tanqueta avanzó hasta la puerta principal de Palacio Quemado y la derribó. Pasaron algunos minutos y Zúñiga entró al que hoy es un museo y fue recibido por Arce y algunos de sus ministros, incluida la ministra de la Presidencia, Marianela Prada que le exigía “respete a su capitán”.
La tensión duró unos minutos hasta que Arce le pidió replegarse sin obtener respuesta afirmativa.
Los militares continuaban formando barricadas para tratar de evitar el ingreso de los militantes del MAS, que coreaban “Lucho no estás solo” y lanzaban petardos contra los miembros de la Policía Militar.
En otra declaración de Zúñiga, el jefe militar dijo que su misión era “reestructura la democracia” y acusó a los gobernantes de los últimos 40 años de haber llevado al país a esta situación.
Luego, añadió que por pedido de sus bases, se iba a liberar a todos los presos políticos
“No puede ser que personal subalterno esté preso por el solo haber acatado una orden. Vamos a liberar a todos los presos políticos absolutamente, desde (Luis Fernando) Camacho, desde (Jeanine) Añez, tenientes coronoles, capitanes y mayores que se encuentren presos”, declaró antes de volver a la tanqueta.
De forma paralela, el mandatario convocó a su gabinete en el edificio de la Casa Grande del Pueblo, para denunciar un intento de golpe de Estado y luego decidió hacer el cambio del Alto Mando Militar para dejar a Zúñiga sin ninguna autoridad sobre las tropas.
Arce tomó juramento a los generales José Sánchez Velásquez como comandante del Ejército; Gerardo Zabala Álvarez, de la Fuerza Aérea, y Renán Guardia Ramírez, de la Armada Boliviana.
Sánchez, en su primera alocución, expresó: “ordeno y dispongo que todo el personal movilizado pueda volver a sus unidades militares”. Los vítores de los funcionarios del Ejecutivo eran la señal de triunfo que Arce y el vicepresidente David Choquehuanca esperaban.
A las 17:45, Zúñiga dejaba plaza Murillo y con él todo el contingente, aunque los soldados tuvieron que esperar a sus camiones, mientras eran abucheados y agredidos por los militantes del MAS que retomaron el centro político del país.
Arce saldría más tarde a darse un baño de popularidad y decir que “el pueblo ha derrotado esta intentona golpista”.
Zúñiga escapó a vista de los funcionarios del Ejecutivo, policías y el propio viceministro de Seguridad, Jonnhy Aguilera, que al ver las cámaras comenzó a increpar a los “golpistas”. En tanto, desde la Fiscalía se emitió una orden de captura contra el ahora exjefe militar bajo las figuras de terrorismo y alzamiento armado.
Cerca de las 19:00 los petardos de los funcionarios y dirigentes masistas continuaban en plaza Murillo, cuyo tránsito poco a poco volvía a la normalidad.
Ya en la noche, el general fue aprehendido y en breves declaraciones a los medios dijo que el operativo fue coordinado con el propio Arce Catacora, “para levantar su popularidad”.
“Le pregunté ¿saco los blindados?, sacá, me respondió”, fueron sus palabras.