Estamos a pocos meses de las elecciones generales y, si hay algo seguro, es que el MAS cometerá un fraude electoral grotesco. Este accionar es ya una herramienta común del masismo para perpetuarse en el poder, y vienen modificando las reglas electorales y “ajustando” el padrón electoral a su antojo desde la primera gestión de Evo Morales.
A nadie debería sorprenderle la presencia del fraude electoral en nuestro país, pues en países “socialistas”, estas “trampas” siempre están presentes. El mejor ejemplo son Venezuela y Nicaragua, donde sus gobernantes ocupan el poder desde hace mucho tiempo, gracias a comicios controversiales.
El MAS, desde sus primeros días en el poder, ha buscado destruir la institucionalidad en nuestro país y favorecerse para mantenerse en el gobierno. Por ello, cada proceso electoral realizado por el partido azul carece de legitimidad y debe ser cuestionado. Hoy más que nunca, el masismo ejecutará un fraude descarado, posiblemente en una escala similar a la que vimos el año pasado en Venezuela. Debemos estar alertas y no permitir que el socialismo siga destruyendo nuestra nación.
Respecto a las elecciones de este año, todo está encaminado para que se ejecute un fraude monumental. Primero, tenemos los polémicos resultados del Censo, que carecen de veracidad y favorecen al MAS en múltiples aspectos. Lo más preocupante son las elecciones judiciales, que fueron parciales, algo inaudito y motivo de vergüenza internacional. Pocas veces se ha visto un proceso electoral tan sucio y mal gestionado.
De igual forma, las últimas elecciones presidenciales fueron fraudulentas y estuvieron marcadas por una serie de irregularidades escandalosas. En 2019, gracias a los movimientos cívicos, logramos librarnos del “cocalero”. Lamentablemente, la gestión de Jeanine Añez y el TSE masista estropearon todo con las irregulares elecciones de 2020, que carecieron de legitimidad.
Las elecciones de 2020 son un caso muy interesante de analizar. Es polémico cómo unos comicios tan irregulares fueron considerados legítimos, solo por el hecho de haber sido organizados por un gobierno de “oposición” y un nuevo TSE. Sin embargo, que Añez haya sido presidenta no garantiza que los comicios se hayan realizado limpiamente. Solo hubo un cambio en el Ejecutivo, pero el resto de los poderes seguían perteneciendo al MAS, y las estructuras de poder seguían diseñadas conforme a lo dictado por Cuba y Venezuela.
De igual manera, los vocales del TSE, excepto Salvador Romero, fueron nombrados por el Congreso, que estaba compuesto mayoritariamente por masistas y contaba con los dos tercios necesarios para hacer lo que quisieran. Respecto a Romero, quien fue nombrado ingenuamente por Añez a pedido del “Joe Biden boliviano” (Carlos Mesa), se convirtió en el mayor aliado del MAS. Añez fue engañada por este señor, quien, en lugar de garantizar comicios limpios, sanear el padrón electoral y sancionar los delitos electorales del MAS, hizo todo para que el partido azul participara en las elecciones de ese año y tuviera garantizado su triunfo. Todo el TSE de 2020 deberá responder duramente ante la justicia cuando el MAS deje el poder. Basta de impunidad para los corruptos vendidos.
Con todos estos antecedentes, el fraude es inminente y los políticos “opositores” nada dicen, algo muy llamativo. Todo está dado para que, una vez más, el socialismo nos juegue sucio. No podemos confiar en el proceso electoral venidero, sabiendo que la cancha está “sucia” y el árbitro (TSE) está “vendido”.
Ante la ineptitud de la oposición, solo nos queda copiar lo efectuado por la valiente María Corina: el control ciudadano. Debemos vigilar todo el proceso electoral y seguirlo en detalle, sin dejar pasar las irregularidades como en 2020. De lo contrario, solo legitimaremos el fraude masista. Basta de que el socialismo y sus funcionales destruyan Bolivia. Como ciudadanos, debemos cuidar nuestro futuro y evitar, de una vez por todas, que el MAS siga cometiendo fraudes.
- FABIÁN FREIRE
- Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21