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En medio de la constante controversia sobre el impacto ambiental de la minería en Bolivia, el medio de comunicación Cabildeo publicó una serie de reportajes que analizan algunas creencias del sector. En un reciente material, se afirma que el uso de agua por parte de la industria minera no supera el 4%, desmontando así un mito sobre su supuesta responsabilidad en la escasez de este recurso vital.
El reportaje del medio de comunicación fundamenta en datos proporcionados por dos expertos del área, Rafael Anze y Damián Jiménez. Ambos coinciden en que si bien la minería conlleva impactos ambientales, también es posible llevar a cabo esta actividad de manera responsable, controlando todas las variables medioambientales.
Según Anze, aproximadamente el 97% del agua en el planeta es salada y no apta para el consumo humano, mientras que solo el 3% es dulce, y de este, solo el 1% está disponible para los seres humanos. Destacan que la agricultura es el sector que más agua consume, seguido por el uso doméstico, y luego la industria, donde se encuentra la minería.
Jiménez respalda estos hallazgos con un estudio de la CEPAL que señala que el consumo de agua por parte de la minería oscila entre el 5% y el 7%, además, deja en evidencia que en Chile y Perú, países similares a Bolivia en cuanto a minería, el consumo de agua anualmente es de entre el 2 y 4%. “Los números son contundentes. Chile y Perú, con cifras reales, consumen hasta el 4% y Bolivia es imposible que esté por encima de eso”, afirma.
Los expertos destacan el papel crucial de las empresas mineras que operan de manera sostenible, implementando plantas de tratamiento de aguas para minimizar su impacto ambiental. Mencionan ejemplos como la minera Inti Raymi y Sinchi Wayra, que tratan sus aguas y las reciclan en sus operaciones.
“Las empresas que trabajan con criterio de sostenibilidad construyen una planta de tratamiento de aguas para procesar toda el agua que sacan de la mina y, en lugar de botarla al río, la tratan y la utilizan en el proceso minero, en el beneficiado de los minerales y, de esa manera, aminoran el impacto ambiental”, asegura Anze. Jiménez complementa mencionando que las grandes empresas “recirculan” el agua, trabajan en minería subterránea procesando el recurso que encuentran para utilizarlo en sus operaciones y el que no es utilizado, es devuelto a la naturaleza, pero sin metales pesados.
Sin embargo, también señalan el desafío que representa la minería ilegal, especialmente en la explotación del oro, y hacen un llamado a combatirla enérgicamente. Anze enfatiza la necesidad de regular estas actividades para garantizar una gestión adecuada del agua y la protección del medio ambiente.
Estos datos revelan la relación entre la minería formal y el uso del agua en Bolivia, desmintiendo mitos y destacando la importancia de una gestión responsable de este recurso vital.
//FUENTE: AGENCIAS//