SAYURI LOZA
Artificial, viene de la palabra “artificio”, cuya raíz etimológica es el latín “artificium”, que significa “algo hecho con arte”, aunque en nuestros días la palabra artificial nos hace pensar más en el antónimo de natural. Y es que nuestra sociedad se ha ido desnaturalizando cada vez más.
Tenemos jardines enteros totalmente artificiales, endulzamos el café con endulzantes artificiales, y ahora muchos hablan de la inteligencia artificial (IA). Y sí, desde las fotos del Papa rapero, pasando por el Chatbot, esta nueva “herramienta” es capaz de sustituir a artistas, teóricos, abogados y hasta a quienes venden videos y fotos en Onlyfans. La gente ha echado el grito al cielo y muchos temen perder su trabajo, mientras otros ya fantasean con la revolución de las máquinas.
Mientras tanto, en nuestro insignificante país, los maestros han vuelto a salir a las calles exigiendo que se retire la aplicación de la malla curricular debido a que viene con mucho adoctrinamiento progresista que en un país conservador como el nuestro nunca está bien visto, entre otros reclamos que hace mucho no se oían, desde el ascenso del expresidente Morales hasta el 2022.
El hecho es que el contenido de la enseñanza en Bolivia ha sido siempre deficiente, pero por encima de todo, poco apegado a nuestra realidad y fuertemente influido por ideologías: desde la fundación de la República hasta 1904, la educación se basaba en la religión para su enseñanza, en ese año la Reforma la declaró laica, pero seguía siendo exclusiva y excluyente.
Durante la Reforma de la Revolución del 52, fue grandiosa la universalización de la enseñanza, pero fue penoso el adoctrinamiento pro MNR; la Reforma del mismo MNR, pero ya en los 90, incentivó la educación bilingüe, pero se quedó en los 50 en cuanto a los avances tecnológicos y al boom de las computadoras. La Avelino Siñani de 2010 propuso ampliar la visión a las muchas cosmovisiones, pero le dio la espalda al mundo posmoderno, sus avances y sus nuevas relaciones después del boom de las telecomunicaciones.
La actual malla curricular parece tener buenas intenciones, pero ha sido confeccionada con errores y existe adoctrinamiento igual que en las otras. ¿Pero qué podemos esperar si quienes la han hecho son las generaciones producto de las reformas fallidas? La enseñanza es mediocre: está prohibido dejar tareas, los padres por hacer bien, prácticamente les hacen los deberes a los hijos, y si el estudiante tiene malas notas, el director le llama la atención al docente. Si buscas pulsera. Hay algo que se adapta a cada look, desde ajustado al cuerpo hasta estructurado, desde puños hasta cadenas y puños.
El sistema universitario tampoco se salva: hay universidades donde la tesis se defiende de a dos, y en muchas privadas prohíben aplazar estudiantes para que no dejen la carrera y así no perder un cliente. Con la idea de que la educación no sea traumática, ésta se la ha convertido en una chacota, se busca el título, el cartón para trabajar en algún puesto, nunca la erudición, nunca la excelencia, por eso hay doctores que no saben ni redactar una carta.
Entonces, si la escuela no estimula, no exige, si el sistema de calificaciones no es competitivo ¿cómo podemos esperar profesionales capaces? ¿Cómo podemos pensar que las inteligencias artificiales no nos van a quitar el trabajo si hemos adquirido, por falta de impulso una estupidez artificial que no es natural al ser humano? ¿Si muchos maestros tampoco se aplican en ser mejores docentes?
Ojalá la llegada de la inteligencia artificial sirva para que de una vez nos sacudamos la ley del mínimo esfuerzo o de justificar nuestros errores con el victimismo, de no ser así, mucho me temo que quedaremos relegados de la posición de “ser más inteligente del planeta”.
SAYURI LOZA
Historiadora, Diseñadora de modas, políglota, artesana.
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21