Estado plurinacional donde abundan los recursos y las ideas escasean

CARLOS ARMANDO CARDOZO

Estamos acostumbrados en Bolivia a regodearnos en una riqueza natural que nos llena de orgullo, aún creemos que esta sobra y basta para levantar este país del fango del subdesarrollo. Eso nos inculcaron desde la escuela, lo repiten los políticos, los académicos y hasta los medios de comunicación, pero muy pocos se animan a dudar de este evangelio de los mediocres.

Bastó con que un académico boliviano que reside en los Estados Unidos decida presentar las ideas de la libertad en su país como una alternativa ante el inminente descalabro económico para que el ambiente político se empiece a remolinear a su alrededor cual buitres ante una nueva posible presa, descalificando a la persona en lugar de contraponer sus ideas. ¿Por qué? Sencillo porque no las tienen. Nunca las tuvieron, su éxito se basa en la inmoralidad de la manipulación emocional de las masas, donde el color de piel es credencial suficiente para demandar derechos históricos ficticios.

Antonio Saravia, boliviano y como él se define, “migrante”, prefiere hablar al individuo y en particular con la juventud hambrienta de alternativas, dispuesta a soñar con esa pequeña grieta que se plantea desde el campo de las ideas de la libertad. ¿Es una simple moda, cómo plantean algunos académicos? Probablemente inició como una moda, pero poco a poco las ideas lograron lo que ningún político de oposición logro, enamorar y comprometer a los individuos.

La región ve con atención lo que está haciendo Javier Milei en Argentina, el liberal libertario, crítico de la casta y de las recetas keynesianas que han dejado a su país con una economía en permanente estado de crisis, devaluaciones, cepos, corralitos e incertidumbre. El loquito dejó de ser una falla en el sistema político para convertirse en una candidatura con serias posibilidades de pelear la presidencia de Argentina, ¿por qué? ¿Su carisma? No, las ideas que el defiende y el mensaje que transmite que ha calado en todas las clases sociales, taxistas, comerciantes, obreros, estibadores, chóferes, es decir la gente con la que los políticos de izquierda se regodean y congracian con prebendas que tarde o temprano se terminan.

Bolivia, en un estado de calma desesperante, repite las mismas consignas en sus universidades. Las ideas al igual que cualquier producto orgánico, se malogran y terminan por descomponerse sino se tiene un sistema de preservación dinámico. Bien pues en el campo de las ideas el sistema de preservación es el debate, contraponer ideas y abrir el espectro independientemente sino se comparten o no las ideas que se exponen, esto no solamente genera el avance en el desarrollo del campo de las ideas sino también dota de una capacidad indispensable para un individuo, la capacidad de diálogo que desemboca en la capacidad nata de negociación en la economía.

El Estado Omnipotente, ha arrinconado a la empresa privada al punto de generar una masa de trabajadores informales incapaces de encontrar fuentes de empleo formal. Estas personas si desearán encontrar una fuente de empleo formal están obligadas a tocar las puertas del Estado para acceder a una pega, sin importar sus capacidades, sus potencialidades o la idoneidad en relación con la función a desempeñar. El problema es que la miseria en el país llego a tales niveles que el Estado es el único rincón donde moros y cristianos pueden encontrar cierta certidumbre a cambio de renunciar a su libre albedrio, desde el momento que se encuadran en las filas de la burocracia su vida depende de los designios de sus superiores y, claro, como buenos socialistas redistribuyen su salario entre el partido, el aval político y sus inmediatos superiores.

Los jóvenes ven con espanto que ese contexto no es compatible con sus expectativas y sus proyectos de vida. En ese sentido exploran otras opciones, emprender en la informalidad y tratar de sobrevivir en una economía que tarde o temprano les muestra la salida hacia la migración definitiva.

¿De qué sirve tener la suerte de contar con recursos naturales tan diversos si la gestión de estos es tan mala, que lo único que se reproduce es la pobreza?

No pasa por un cambio de administradores, cambiar a los del MAS por los de CC, Creemos o cualquier otro partido, el problema pasa por tener una nueva visión de país, una alternativa que difiera del viejo y cansado paradigma del Estado Paternalista que fracasó en educación, en salud, en servicios básicos, en la formalización de la propiedad privada y la administración de justicia.

Mientras los “patriotas” del Concejo del Bicentenario pierden el tiempo eligiendo la banda sonora para el 2025, los verdaderos patriotas se plantean defender a su país en contra de su Gobierno.

El colectivo intuye que la justicia viene de manera inmediata, que la virtud basta como recompensa y que el bien triunfará frente al mal. Sin embargo, conforme se toma consciencia de que no existe una institucionalidad como tal en la vida real, terminamos por convencernos de que son los individuos los encargados de crear la justicia con sus actos y hacerla prevalecer.

Los bolivianos le huimos a la verdad, porque la verdad supone una amenaza latente para el poder y uno debe enfrentar ese poder poniéndose en riesgo así mismo. Riesgo que muchos no están dispuestos a correr y prefieren resguardarse en el silencio de aceptación tácita.

Hay jóvenes que gastan el poco dinero que tienen comprando libros, invierten su tiempo a escuchar ideas renovadoras, leen y comentan opiniones de personas críticas y observadoras ¿por qué? Porque les importa, porque buscan descubrir la verdad. Porque optan por la duda en lugar de la ceguera colectiva. Porque no quieren sumarse a las cifras de migración de este país, quieren quedarse y desarrollar sus proyectos y sueños aquí.

Porque están convencidos de que este país aún pertenece a los individuos y no a un Gobierno, y mientras las personas tengan el coraje de pelear por lo que realmente creen hay esperanza para esos jóvenes, sus familias e incluso ese colectivo ciego que terminó por rendirse y aceptar su triste destino.

Detrás de esos jóvenes, del profesor migrante y de todos los individuos que abrazan los preceptos de la libertad hay una idea clara, esto genera miedo en el Gobierno, porque las ideas son a prueba de balas.

CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA

Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de la Fundación Lozanía

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21