–
FRANZ BARRIOS
El pasado domingo 19 de noviembre de 2023 se ha producido un sisma geopolítico por la abrumadora victoria (desde Alfonsín) del libertario Javier Milei Luján en la Argentina. El profesor español Jesús Huerta de Soto (que lo asesora) se solaza diciendo que “por primera vez en la historia un anarcocapitalista se hace con la Presidencia de un país tan importante como Argentina”.
Personalmente identifiqué al Milei panelista hace años, porque consumo facturas, radio y televisión argentinas, primero por su calidad; y segundo por mi vínculo familiar con el país platense. Entonces, siendo yo un seguidor de la escuela austriaca de Economía (von Hayek et al.), me llamó la atención que un panelista desconocido y despeinado comulgase los principales postulados austriacos. Eso sí, con una atípica elocuencia respecto de la que podemos percibir en la academicidad de las aulas. Javier ya se iba “autofacturando”.
Luego advenido en diputado libertario (2021) no exhibió mayores destrezas legislativas, sobre todo, por su rol en solitario junto a su colega Villarruel (actual Vicepresidente electa). Aunque ya se exhibieran disputándole el poder a dos grandes: Juntos por el Cambio y al Frente de Todos. Este espacio sólo serviría de reafirmamiento para su postulación presidencial, con la que sumase dos victorias consecutivas en un breve periodo.
Ahora bien, ¿cómo se explica el éxito popular de Milei in crescendo? Para hacerlo más didáctico recurro a la descripción fenomenológica que efectuara, por un lado, el periodista Claudio Escribano luego de las PASO, sobre el “desembarco virtual” de Milei en las redes sociales con las siguientes particularidades: “Habiendo aceptado ser hijo de la televisión y de la radio, se encargó de viralizar lo que había dicho en medios tradicionales, segmentar lo más relevante, y titularlo de la manera más atractiva para consumo en las redes”.
Pero no quedó ahí. Ya que, según la editorialista Cristina Pérez, Milei, usó “(‘) una base de 235 entrevistas o 193.547 segundos de aire sólo de 2018, que fueron reformateados para la construcción del personaje en base a la persona excéntrica que generaba rating en la televisión y en la radio. Era totalmente incomprensible que este fenómeno fuera protagonizado por un economista. Pero además todo lo que lo hacía no convencional en la vida real, en las redes lo convertía en un personaje multitarget capaz de cruzar todo el mosaico social y también los niveles etarios.”
Y quizás uno de los condimentos más importantes, según la misma Pérez: “(‘) la renovación generacional que tiene de base Milei está vinculada con que muchos jóvenes no buscan un héroe perfecto, con un discurso político articulado, sino alguien que refleje sus mismas fragilidades. (‘) Esos chicos que huyen de la incomprensión del mundo adulto a través de las redes, encontraron allí a Milei.”
“(‘) Lo sorprendente es que en el caso de Milei también se agregan niños y adolescentes y eso sí tiene que ver con las características del personaje que parece salido de alguna serie animada, tiene pelos de animé, muecas de meme, histrionismo de capo cómico y el desenfado ácido y transgresor de los adolescentes que se burlan de los grandes. La iconografía de Milei, su transmigración en un león, su estética de rockstar, y su excentricidad, lo emparenta con otros personajes similares a nivel global cuya atención ha capturado como un igual.” Concluye Pérez, de lo que quizás sea una de las descripciones más apropiadas efectuadas por periodistas argentinos sobre el fenómeno Milei en este su lifetime a la fecha.
Por todos estos elementos, que los desesperados “wannabe” que están tratando inútilmente de autoproclamarse “Milei’s presidenciables” (incluso desconociendo a los jefes de sus frágiles “alianzas”) en Bolivia, no pierdan su tiempo.
Ya lo sentenció el antropólogo y sociólogo Pablo Semán: “Milei no es una réplica de un fenómeno global, es un caso extraordinario”. Así que, a esforzarse nomas…