Entre la discordia y la unidad

En los últimos años, Bolivia ha sido testigo de una profunda fragmentación social y política que ha dividido al país en varias facciones. Quienes apoyan al Gobierno, aquellos que lo rechazan, y los que se encuentran en una posición ambigua, han creado un panorama polarizado en el que parece no haber un consenso sobre el futuro que deberíamos construir. Esta situación ha generado no solo incertidumbre, sino también un estancamiento en términos de desarrollo y cohesión social. A pesar de esta realidad, es imperativo que entendamos que el futuro de Bolivia debe ser uno donde la libertad y la unidad prevalezcan.

Bolivia se forjó como una nación unida, nacida del ideal de la libertad y de la autodeterminación. Desde los primeros días de nuestra independencia, ese espíritu ha sido el motor que impulsó nuestra historia. Sin embargo, en las últimas décadas, hemos visto cómo ese sueño de unidad se ha debilitado, y cómo las diferencias políticas, ideológicas y sociales han creado barreras entre nosotros. Hoy, la nación parece dividida entre “masistas”, “pititas”, pluralistas, conservadores, liberales y otros grupos que, en lugar de buscar puntos en común, parecen enfrascados en una lucha constante por imponer su visión.

Este escenario de polarización ha tenido graves consecuencias. La discordia entre los distintos sectores de la sociedad ha erosionado la capacidad del país para construir un proyecto común. En lugar de avanzar hacia un desarrollo sostenible, nos encontramos enfrascados en debates que no solo son estériles, sino que también profundizan las divisiones entre nosotros. Los discursos que nos separan como hermanos, como ciudadanos, nos impiden ver que, más allá de las diferencias ideológicas, compartimos un mismo suelo, una misma historia y, sobre todo, un mismo futuro.

Es precisamente en este punto donde debemos hacer una pausa para reflexionar. La lucha por el poder, tan presente en la política boliviana, ha hecho que olvidemos que el verdadero poder no reside en el control absoluto, sino en la capacidad de unir voluntades. Los individuos que nos gobiernan, así como los líderes de opinión y la sociedad en su conjunto, deben entender que la búsqueda constante de la supremacía política no es el camino hacia un futuro próspero. Bolivia no puede permitirse seguir dividiéndose; nuestro país tiene un enorme potencial, pero solo lo podremos explotar si trabajamos juntos.

El futuro de Bolivia debe estar marcado por la unidad. Tanto los jóvenes, que representan el porvenir de la nación, como los mayores, que portan la sabiduría de la experiencia, deben comprometerse con la construcción de un país que no se defina por sus divisiones, sino por su capacidad de integración. Las diferencias ideológicas siempre existirán, pero en lugar de ser un motivo de discordia, deben convertirse en una oportunidad para enriquecer el debate y fortalecer nuestra democracia.

Además, es fundamental que los líderes políticos y sociales dejen de pelear por el control del poder y, en su lugar, trabajen por el bien común. Solo cuando se priorice el bienestar colectivo sobre los intereses particulares, Bolivia podrá avanzar hacia un futuro de desarrollo, paz y estabilidad. No es una tarea fácil, pero es necesaria. La unidad no es solo un ideal abstracto; es una herramienta concreta para el progreso.

La historia nos enseña que los momentos más oscuros son también aquellos que ofrecen las mayores oportunidades de transformación. Bolivia se encuentra hoy en un punto crítico de su historia. Estamos ante la posibilidad de seguir divididos, lo que solo nos llevará a más conflictos y retrasos, o de apostar por la unidad, lo que nos permitirá construir un país donde todos tengan cabida, donde las diferencias sean una fuente de fortaleza y no de separación.

Por último, es vital que recordemos que Bolivia ha sido siempre una nación de esperanza. Desde su fundación, ha superado desafíos enormes, y lo ha hecho gracias a la fortaleza de su pueblo. Hoy, más que nunca, debemos apostar por esa esperanza. Una esperanza que no está en el poder de unos pocos, sino en la capacidad de todos los bolivianos para unirse, para trabajar juntos por un futuro mejor.

El camino hacia la unidad no será fácil, pero es el único que nos llevará a una Bolivia verdaderamente libre, próspera y llena de oportunidades para todos. La discordia debe ser superada, porque solo en la unidad encontraremos el verdadero poder para construir el país que todos deseamos.

  • SERGIO PÉREZ PAREDES
  • Coordinador de Estudiantes por la Libertad en La Paz, con estudios de posgrado en Historia de las ideas políticas y Estructura de discursos electorales.
  • *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21