Recuerdo las elecciones de junio de 1960 en esa ocasión, Víctor Paz Estenssoro del MNR fue reelegido con el 74% de los votos. Esas elecciones estuvieron bien blindadas (a favor del gobierno). Recuerdo que mi padre entró al recinto y reclamó porque no estaban las papeletas del partido de su preferencia y solo había papeletas rosadas. El hecho no quedó ahí, luego recibió una pateadura de parte de los milicianos del MNR. Entonces no entendí nada, porque todavía andaba aferrado a la mano de mi padre.

Cuatro años más tarde volvió Paz Estenssoro a blindar el voto y ganó con el 98%, vale decir que todos eran del MNR, entonces no hubo la pateadura. Pocos meses más tarde Barrientos derrocó a Paz y esta vez dieron la pateadura a los seguidores del MNR, pero no a su jefe.

Una vez en el gobierno, René Barrientos fundó su partido (MPC) y ganó las elecciones de julio de 1966 con el 67% de los votos. Había cuidado de blindar esas elecciones. Entonces, las radios transmitían el reporte de las votaciones en provincias y me impactó uno de ellos que decía: resultados en Quillacollo: MPC 47.000 votos, Comunidad Demócrata Cristiana cero votos, Movimiento Pazestensorista cero votos, MNR-Andrade cero votos, votos blancos, cero, votos nulos cero. Todo estuvo bien blindado y nadie reclamó.

Se sucedieron varias elecciones bien blindadas, impecables, acrisoladas (términos utilizados por los que administraban las justas), aunque siempre se sospechaba que había fraude. En mi caso comprobé que mi suegra, ya fallecida, había votado, lo que implica que en algún momento escapó de su tumba; también votó mi cuñado que vive fuera del país, aunque él jura que nunca votó.

Un denominado Encuentro Multipartidario e Interinstitucional propiciado por el Tribunal Supremo Electoral, cumplido el pasado lunes, resolvió garantizar las elecciones de agosto, blindando el voto de los ciudadanos; es decir protegerán, chaparán, forrarán, revestirán, amurallarán, defenderán y resguardarán el voto de los ciudadanos.

A estas alturas, pocos creen en ese compromiso y crece la duda, de manera que los ciudadanos anotarán y fotografiarán mesa por mesa, excepto aquellas en las que ningún vecino puede asomar las narices porque se han constituido en republiquetas, donde seguramente ganará el virrey de dicha localidad y no habrá votos blancos ni nulos.

Resulta que la preocupación por las elecciones deja en segundo plano la pobreza creciente como fruto de un neoliberalismo implacable que genera mayor riqueza para unos pocos y maximización de la pobreza para muchos, la embestida de un socialismo oportunista que embrutece a los pobres y los hace clientes de bonos para ganar sus votos. A pocos les interesa ver cómo es el narcotráfi­co y la riqueza ilícita derivando esta actividad en formatos como son el tráfico de estupefacientes y la corrupción. Menos interesa constatar la diversidad de posturas que desde la fuerza se han impuesto, teniendo como resultado la indiferencia del ciudadano frente a la sexualidad, la homosexualidad, la educación en valores, el cuidado del matrimonio, la ­fidelidad, las parejas divorciadas y vueltas a casar, los hijos abandonados y más. Hasta la Iglesia y la comunidad de ministros involucrados en escándalos públicos sobre delitos sexuales ha sentido este cambio.

Blindar el voto es ahora la consigna de quienes creen que los males vienen desde fuera, sin constatar que el daño se causa generalmente desde dentro, porque cada vez hay menos personas acrisoladas y que merezcan la confianza de los ciudadanos.

  • ERNESTO MURILLO ESTRADA
  • PERIODISTA, ACADÉMICO Y DOCENTE UNIVERSITARIO
  •  *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21