El siguiente Vicepresidente del Estado no debe ser un “florero”

Durante los últimos 27 años, Bolivia ha padecido Vicepresidentes más decorativos que operativos. Jorge Quiroga (1997-2001), producto de una tetracoalición digna de circo político (ADN, MIR, UCS y CONDEPA), no logró frenar el escandaloso aumento de dietas parlamentarias y otros gastos durante su primera gestión como Presidente nato del Congreso. Para colmo, tampoco cumplió su compromiso de recortarse el sueldo en nombre de la “austeridad” (30.12.97 ANF). Hoy, lejos de ejercer como profesional libre, disfruta la privilegiada renta vitalicia de 10 salarios mínimos nacionales.

Carlos Mesa (2002-2003), quien «cobró $us 1,2 millones para acompañar a Goni el 2002» (Jornada, 2019), aceptó la Vicepresidencia solo para luego apuñalar políticamente a su propio Presidente. Durante la semana del 13 al 17 de octubre de 2003, mientras el país ardía, Mesa se desmarcó del Gobierno y, entre bastidores, tejía alianzas con Evo Morales y alias “el Mallku” para cohabitar el poder. También cobra renta vitalicia.

Álvaro García (2006-2019), un ex reo reciclado en politicoide e ilustre bachiller que jugó a ser “Licenciado” a base de falsificaciones, convirtió la Vicepresidencia en su negocio familiar. Con su fiel escudero Raúl, dejó huellas en episodios oscuros como las ejecuciones extrajudiciales en el Hotel Las Américas, extorsiones en PAT, AeroSur, el escándalo del catering de BoA. También cobra renta vitalicia.

David Choquehuanca (2020-a la fecha), un “chamán burocrático” extraviado en los laberintos de la política terrenal, cuya habilidad para el “Pachamamaje” no logra compensar su evidente incapacidad para mantener el orden y la compostura en las sesiones de la ALP. Seguramente jadea por cobrar renta vitalicia.

Pese a esta galería de personajes, desde la Ciencia Jurídica y Política debemos señalar que el cargo de Vicepresidente del Estado está diseñado dualmente, sirviendo como puente entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. O lo que en Hamilton era concebido para asegurar la gobernabilidad, al actuar como enlace entre poderes; manteniendo el orden y garantizando la sucesión presidencial sin generar rupturas. (The Federalist Papers No. 68), equilibrando autoridad y representación.

En el caso boliviano, el texto constitucional de 2005 establecía en su Art. 94 que “Mientras el Vicepresidente no ejerciera el Poder Ejecutivo, desempeñaba el cargo de Presidente del Senado (…)”, y en su Art. 53 señalaba que “El Vicepresidente de la República gozaba en su carácter de Presidente Nato del Congreso Nacional y del Senado, de las mismas inmunidades y prerrogativas acordadas a senadores y diputados.” (sic).

La Constitución Política del Estado de 2009 profundiza en este rol, incorporando al Vicepresidente como parte integral del Órgano Ejecutivo junto a los Ministros de Estado (Art. 165 CPE). Su Art. 174 detalla con mayor precisión 5 atribuciones del Vicepresidente de entre las cuales, a criterio, personal, destaca el “Coordinar las relaciones entre el Órgano Ejecutivo, la Asamblea Legislativa Plurinacional y los gobiernos autónomos.”

Por otro lado, el Art.153.I CPE dispone que el Vicepresidente del Estado “presidirá la Asamblea Legislativa Plurinacional”.

En consecuencia, el cargo del siguiente Vicepresidente del Estado exige, antes que detalles biográficos (como sexo o procedencia), un perfil profesional que comprenda plenamente su función bisagra para promover la democracia del consenso, al desempeñar un rol dual como miembro del Órgano Ejecutivo y Presidente nato del Parlamento. Su papel como nexo entre ambos órganos debería permitir articular acuerdos entre las fuerzas políticas de los bloques mayoritario y minoritario; evitando bloqueos legislativos e impulsando iniciativas prioritarias en materia de políticas públicas para fortalecer la gobernabilidad. Además, promover el debate y la producción legislativa necesaria para encaminar las transformaciones estructurales.

  • FRANZ RAFAEL BARRIOS GONZÁLES
  • Abogado, Investigador En Asuntos Jurídicos.
  • *NdE: Los Textos Reproducidos En Este Espacio De Opinión Son De Absoluta Responsabilidad De Sus Autores Y No Comprometen La Línea Editorial Liberal Y Conservadora De VISOR21