ESTEBAN EDUARDO BURGOA
El miedo es sin duda alguna, una de las emociones más importantes que los humanos tarde o temprano llegamos a sentir. Nos permite prepararnos y reaccionar ante situaciones de riesgo y, sin duda alguna, es una de las razones del éxito de nuestra especie, aun así, en extremo puede ser perjudicial y más aún cuando se canaliza de forma colectiva e irracional, haciendo que las fuerzas de las mayorías socaven los derechos individuales y se apoyen decisiones con consecuencias negativas, que en el corto plazo no fueron bien reflexionadas y simplemente fueron consecuencia de reacciones emocionales.
La humanidad en su conjunto, y una gran mayoría de individuos, hicieron gala de un miedo necesario, pero mayormente irracional durante los últimos años, los cuales, marcados por la crisis de la pandemia por Covid-19, nos llevaron a vivir escenarios surreales.
Seguramente todos recordamos cómo durante los primeros días de pandemia en Bolivia, la sociedad esperaba el informe nocturno con las cifras de los casos registrados durante la jornada transcurrida; las reacciones en ese inicio eran siempre de temerosidad al momento de conocer la cantidad de nuevos casos, los que en ese momento no pasaban de la centena en un país de 12 millones de habitantes registrados. Esas reacciones, en su mayoría netamente emocionales, llevaron a la población a exigir medidas duras, como el de la cuarentena, y a condenar toda crítica racional o irracional de todo aquel que daba un paso en falso contra lo que la “opinión pública” vociferaba.
En la actualidad, tres años después de la declaración de pandemia a nivel mundial por parte de la Organización Mundial de la Salud, la gran mayoría de la población, la cual en su momento tomaba una posición radical y opuesta a cualquier tipo de comportamiento en contra de las medidas restrictivas de la época, se reúne, comparte y socializa, a pesar de que oficialmente al menos, la pandemia sigue vigente. ¿Esto es algo que se deba condenar?, desde mi posición creo que absolutamente no, la cuestión que pongo en boga es la reacción desmedida que produce el miedo irracional, y así también su posterior pérdida, los cuales nos llevan constantemente a ser los protagonistas de reacciones netamente emocionales e irracionales.
En ese sentido, considero que es momento de realizar una autocrítica individual y racional, para así evaluar nuestro comportamiento personal en último tiempo y reconsiderar nuestras reacciones antes futuros posibles escenarios; por otro lado, cuestionarnos si políticas colectivas restrictivas que limitan nuestras libertades individuales, como la cuarentena en su momento, realmente fueron, son y serán necesarias.
Es fácil dejarse llevar por la fuerza de la mayoría, pero tengamos siempre presente, nuestro pensamiento es individual y las consecuencias de las acciones resultantes de las mismas es de total responsabilidad personal, por otro lado, la primera fidelidad con la que debe contar cada individuo es con la suya propia, y que hay gran valentía en permanecer firmes en favor de la verdad, aún a pesar del colectivo.
ESTEBAN EDUARDO BURGOA CARDOZO
Director Ejecutivo y Organizacional Parteaguas. Economista.
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21