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Hace más de 30 años, en las oscuras salas de un recinto se sacrificaban animales para el consumo humano. Era un matadero municipal en el barrio Villa Coronilla, del Departamento de Cochabamba, una zona considerada roja, debido a la delincuencia e inseguridad.
Los fuertes olores, los roedores y la mala imagen de este sitio eran una constante preocupación para los vecinos, que decidieron movilizarse para cambiar su situación. Luego de años de abandono, en 2004, el arte contemporáneo tomó este lugar dándole un nuevo nombre y significado: mARTadero.
El director de este proyecto, Fernando García, explica a la Voz de América que ahora hay una percepción diferente de la ciudadanía. “De una zona roja y peligrosa con todo el imaginario de sangre, de grasa, el barrio se ha ido transformando en un lugar de arte y deporte y creemos que hemos sido parte de ese cambio”.
El mARTadero es un proyecto autogestionado que tiene actividades todo el año no sólo con iniciativas de Bolivia sino también del exterior: exposiciones de arte, presentaciones de libros, obras de teatro, conciertos, clases, talleres y todas las intervenciones culturales que busquen un espacio. La premisa, dice García es construir un mejor futuro.
“Hemos ido poco a poco dándole vida diferente hasta el momento actual. Llevamos más de 18 años de trabajo y estamos unos 14 colectivos de artistas y gestores llevando adelante la transformación progresiva del sitio que soñaron en algún momento los vecinos”.
La transformación
Los impulsores del proyecto jugaron con el imaginario de los nombres para que no se olvide del todo el pasado y se entienda que aún en espacios tan lúgubres y de muerte, es posible el cambio.
Muchos visitantes quedan impresionados al ver, por ejemplo, cómo en una sala en la que se apilaban las reses para luego comercializarlas, ahora hay un taller de creación artística con mosaicos liderado exclusivamente por mujeres.
Cada sala convertida cuenta una nueva historia, a partir de elementos que son portadores de cultura y vida. Toda esta transformación está transformando el mARTadero para las nuevas generaciones.
Un barrio de color y buena convivencia
Alrededor del mARTadero, las casas de los vecinos también han sido intervenidas por el arte. Muchas fachadas tienen coloridos murales pintados por los propios artistas que llegan a diferentes eventos.
A esto se suma una pista para skateboarding que ha despertado el interés de los jóvenes cada vez más inclinados a esta práctica deportiva. Pero sin duda una de las mejoras que más disfrutan los niños es la pista para patinaje.
Rocío Butrón, madre de familia y encargada de dirigir el grupo de patinaje artístico de las niñas, recuerda cómo “antes en vacaciones no había ni una actividad para realizar en el barrio, teníamos que migrar a otras zonas”.
“Ahora tenemos todo: patinaje artístico, de obstáculos, también dentro del mARTadero hay clases de ballet, acrobacia, manualidades, pintura, fotografía, hay un abanico de oportunidades”, dice.
Los vecinos del barrio Villa Coronilla ahora ven cómo la lucha de tantos años para cambiar la vida de sus hijos se hizo realidad gracias al arte y el deporte.
La tecnología de la mano del arte
El arte ahora está más fusionado con la tecnología y tiene alcances inimaginables. La realidad aumentada y el desarrollo de la inteligencia artificial son elementos presentes en varios espacios del mARTadero.
En las paredes están cuadros de célebres mujeres bolivianas y también latinoamericanas, elaborados con retazos de mosaicos, visualmente atractivos, por ejemplo de la reconocida cantante Celia Cruz. Gracias a una aplicación se puede interactuar con la imagen, obtener datos y escuchar su música.
También está la sala de arte que ahora alberga una exhibición muy particular. Cuadros de gran tamaño con perfiles de mujeres indígenas retratados a detalle, pero lo que esconden a simple vista es cómo fueron creados.
El director del proyecto, explica que la autora Violeta Ayala usó la IA de generación de imágenes para crear sus rostros y vestimenta con memorias de su abuela y otras mujeres. “Ellas no existen, pero pueden representar a cualquier mujer boliviana”.
“La tecnología nos ayuda a mostrar a través del arte las distintas líneas del pensamiento. Ahora toda la sala tiene obras que se activan y te permite ver distintos niveles y capas de lo que ha evolucionado el arte digital durante estos años. Algunas son más abstractas, otras tienen un enfoque más figurativo”, añade García.
Más de 120 colectivos de arte de Bolivia forman parte del proyecto mARTadero, único en el país con estas características, y que también recibe iniciativas de Latinoamérica para impulsar la gestión cultural.
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