Con el retorno de Donald Trump, es evidente que la paz mundial volverá y que los principales conflictos geopolíticos serán resueltos. Sin embargo, hay una región que estará “bajo la mirada” de Estados Unidos: la latinoamericana, que, a diferencia de la primera gestión de Trump, será de mucho interés para el gobierno estadounidense. Esto es de esperarse debido al reciente nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado. El secretario de Estado es quien dirige la política exterior de Estados Unidos y, bajo mi criterio, es el cargo más importante en el gobierno estadounidense después del presidente, claro. Marco Rubio es uno de los políticos estadounidenses republicanos con más proyección y potencial, al igual que JD Vance (vicepresidente electo) o Ron DeSantis.

Rubio es de origen latino (siendo el primero en ejercer dicho cargo); específicamente, es hijo de inmigrantes cubanos, es senador por Florida y fue, durante mucho tiempo, considerado como el posible acompañante de Trump. Sin embargo, por motivos de estrategia electoral, se terminó optando por el ya mencionado JD Vance. Rubio es un ferviente opositor a los regímenes comunistas y socialistas del mundo, ha mostrado en múltiples ocasiones su rechazo a éstos y su deseo de «derrotarlos». No hace mucho, apoyó la sucesión constitucional de Añez, siendo uno de los grandes artífices del posterior reconocimiento internacional al entonces «nuevo gobierno» en Bolivia.

Como mencioné, el secretario de Estado es un puesto vital para un gobierno. Contar con un secretario de Estado hábil y capaz puede producir resultados notables; de lo contrario, podemos estar ante una situación catastrófica, como ocurrió con Hillary Clinton. Si hablamos de este cargo, es inevitable mencionar a Henry Kissinger, quien, sin dudas, es quien ha obtenido los mejores resultados en ese puesto. Kissinger es odiado por muchos, respetado por otros y, para algunos (como yo), es considerado uno de los grandes responsables de derrotar al comunismo en nuestra región. Kissinger optó por una política exterior muy «hostil» y cuestionable, pero logró resultados notables, terminando con el comunismo en muchos países.

Sin la política de Kissinger y Nixon, nuestra región habría caído en las manos de regímenes comunistas radicales que habrían llevado a cabo revoluciones sangrientas. Métodos cuestionables, pero resultados excelentes. En el caso de Kissinger, podríamos decir que el fin justifica los medios.

Marco Rubio ha mostrado sus intenciones de terminar con los regímenes socialistas de la región, lo que ha causado gran alarma en los mismos. Su primer objetivo será recuperar la democracia en Venezuela, algo que es factible y que representaría uno de los triunfos más importantes de Estados Unidos en los últimos años. Sin dudas, su otra gran «obsesión» y misión será terminar con el régimen comunista en Cuba; después de todo, sus padres son originarios de dicho país. Es «poético» cómo la historia nos muestra múltiples casos en los que los «hijos de la víctima» terminan derrotando al «victimario». Este podría ser, una vez más, el caso.

En lo personal, la nominación de Rubio me parece excelente, y es evidente que ahora Trump buscará enfrentarse a China en todos los ámbitos posibles. No olvidemos que el gobierno chino ha financiado fuertemente a regímenes autoritarios o socialistas en la región, lo que, a cambio, les ha permitido la apertura de mercados. China cuenta con gran influencia y poder de mando en la región. Sin ir lejos, la reciente inauguración del puerto de Chancay muestra la fuerza de su presencia. En Bolivia, hacen lo que quieren y tienen múltiples beneficios, como pago por las cantidades exorbitantes que el MAS se ha prestado de dicho país. La tarea de Rubio será disminuir la influencia china en Latinoamérica, y mucho de eso pasa por «neutralizar» a sus gobiernos aliados y serviles. Son tiempos políticos interesantes, sin duda.

  • FABIÁN FREIRE
  • Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
  • *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21