Con la presentación de los datos preliminares del Censo 2024, se ratifica la tendencia en la que los departamentos fuera del eje (Santa Cruz, La Paz y Cochabamba) la migración los ha estancado en ciclo perverso de pobreza y subdesarrollo. Sin embargo, el lamento generalizado en regiones como Chuquisaca se concentra en la representación política, es decir la forma en que el grueso de la sociedad ve afectados sus intereses con los nuevos resultados del Censo se traduce en 10 escaños que según el CONADE se reducirán a solamente 7.
Esta forma de abordar los resultados del Censo lo único que han logrado en el transcurso 12 años es asumir un rol pasivo como región y acrítico con las gestiones municipales y departamentales de los dos niveles de gobierno. Negando responsabilidades y endilgando derechos al Gobierno del Nivel Central, como por ejemplo canalizar recursos adicionales por concepto de pobreza y niveles de desarrollo humano por debajo de sus pares en el eje. La improductiva discusión de buscar atención a partir de la lástima y la miseria. A eso se reduce la que otrora fue la capital constitucional de un país libre llamado República de Bolivia.
Es frustrante evidenciar que en todo este tiempo a ningún ciudadano se le ha cruzado por la mente, hacer un mea culpa y ponerse en el banquillo de los acusados, que hice para que mi región, para que mi ciudad cambie de rumbo ¿Por qué vote por ese candidato? Y si mi candidato no ganó ¿Por qué nadie le recrimina los errores estructurales en los que su gestión incurre? Sencillo, porque ellos tienen beneficios de los cuales se puede sacar tajada o, por otro lado, no me interesa mientras no afecten mis intereses personales fuera del espectro público.
La migración es un fenómeno natural que no se puede juzgar y la sola intención de hacerlo es una aberración, pero con ella vemos como ese revulsivo mental se va dejando atrás una estela que no es suficiente para cambiar los evangelios del conformismo natural de las sociedades perezosas.
Sucre, así como todas las ciudades del eje, viven a un ritmo distinto, el tiempo parece no transcurrir, pero generaciones van pasando y las realidades se van deteriorando al punto de clamar ayuda de un benévolo ente superior, el Estado. Pero a ese título mantenemos una posición que ratifica el centralismo en su máxima expresión y vemos con repulsión cualquier forma de cuestionamiento; las autonomías que Santa Cruz plantea con la mente en un futuro federal cuestionan las bases mismas del paternalismo cómodo que el Nivel Central hábilmente profesa acompañado de los coros afinados de políticos secundados las fantasmales lamentaciones sus poblaciones.
La desigualdad entre regiones es utilizada hábilmente por el Gobierno Central para defender sus propios intereses, mientras la pele se concentre en ese 20% del PGE el centralismo seguirá al mando de 80% de los recursos públicos, con los cuales puede reproducir el poder bajo el mismo esquema, alimentando de cuando en cuando a los deshabitados fuera del eje, cual si se tratase de un pedazo de carne cruda a la jaula de su presa.
El Centralismo ha reducido a 6 regiones a simples bestias de carroña que se alimentan de los despojos del PGE, aquellas sobras que el Gobierno Central decide cederles bien y cuando estos cumplan con ciertos posicionamientos estratégicos como el de formar un frente único frente a Santa Cruz. No cuestionar la estructura de la administración pública y plantear reformas de fondo que desmonten el viejo esquema nos hace cómplices de la miseria y el subdesarrollo de nuestras regiones.
La representación política es una cortina de humo que desvía la atención de los verdaderos problemas. El número de escaños de las regiones no es nada frente a la migración, resumir el problema a una falta de políticos representantes y transferencias públicas es sacar de la ecuación la verdadera variable y origen de los problemas, las gestiones de las autonomías municipales y departamentales.
Es justo y necesario que los recursos sigan a los ciudadanos allá donde viven, trabajan y producen, si Santa Cruz es el destino común de todos los bolivianos se debe a una sinergia entre los actores privados y la construcción de condiciones aptas para pensar en el largo plazo. Escarbar recursos a la región que acoge a tu familia y amigos no solo es ruin sino inefectiva, esos recursos no volarán mágicamente fuera de las regiones del eje, estos volverán a manos del Nivel Central para su uso discrecional.
Es momento para asumir con madurez que la democracia representativa no es la panacea que todos defienden, si hablamos de mayorías, esas mayorías deben tener la cantidad de representantes que por derecho les toca. ¿Y que de las minorías? Bueno las minorías deberán plantearse alternativas: o mantienen la obediencia de cabeza gacha con el Centralismo, o construyen una alternativa que realmente atienda sus necesidades, a partir de un control minucioso de las gestiones, la construcción de agendas regionales y políticas regionales que no solamente salven las papas en el corto plazo, sino alienten del desarrollo en el mediano y largo plazo, todo por encima de los colores políticos.
Para eso se necesita ser objetivo, crudo y directo. ¿Estamos a la altura o esperamos al próximo Censo? Que el último en salir apague la luz.
- CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA
- Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de la Fundación Lozanía
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21