Del mito a la realidad: líderes indígenas

Cuentan las crónicas del 14 de noviembre de 1781 que, tras protagonizar un segundo cerco contra la ciudad de La Paz y traicionado por el indígena Tomás Sisa que lo entregó a las autoridades españolas, moría descuartizado el líder indígena que había protagonizado el asedio a la ciudad de Nuestra Señora de La Paz por meses. Julián Apaza Nina, mejor conocido como Túpac Katari, moría en la pequeña localidad de Peñas, desmembrado por cuatro caballos que tiraban de sus extremidades, así pues, moría el hombre y nacía el mito, dando paso a la construcción de las más fabulosas historias pergeñadas por la imaginación de los políticos que supieron sacar provecho de una constante y legítima gesta reivindicativa.

Para la investigadora paceña Silvia Rivera, en su artículo de investigación titulado “De Túpac Katari a Evo Morales. Política indígena en Los Andes” (2010), plantea el argumento de que la historiografía del siglo XVIII y la actual, subestimaron las acciones de los movimientos indígenas, simplificando de esta manera los procesos de politización que surgieron en cada uno de los alzamientos.

Túpac Katari, se reveló contra el nuevo sistema económico colonial impuesto por la Corona en 1776, caracterizado fundamentalmente por la estructuración de un régimen de Intendencias de Provincia y de Ejército, que ponía fin al viejo estado colonial diseñado por el Virrey Francisco de Toledo. Esta reforma no fue aceptada, por lo que comenzaron a gestarse diferentes movilizaciones indígenas en rechazo. Tomás Catari, cacique de Chayanta había sido uno de los primeros en sublevarse, a este le siguieron José Gabriel Condorcanqui, que adoptó el nombre de Túpac Amaru; Julián Apaza (Túpac Katari) y Dámaso Katari, mismos que pagaron con su vida el precio de su rebeldía.

Posteriormente en la república, surgieron nuevos líderes indígenas. Durante la Guerra Federal acontecida entre 1898 y 1899, Pablo Zárate Willka, destacó como líder natural de las comunidades campesinas del occidente boliviano. Este conflicto que enfrentó a Liberales y Conservadores, posibilitó una alianza entre los sectores campesinos y los liberales paceños, a la cabeza del Gral. José Manuel Pando, quien asumiría la presidencia tras consolidarse el cambio de los órganos de poder ejecutivo y legislativo de la capital del país, hacía la ciudad de La Paz.

El liderazgo incuestionable de Zárate Willka, es reconocido en la obra del investigador Ramiro Condarco Morales y reeditado por el Presidente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, Luis Oporto Ordoñez, mostrando en la Proclama de Caracollo, la personalidad carente de odio y resentimiento del líder indígena, mostrando por el contrario un mensaje de unidad: “Publíquese por bando solemne a todos los propietarios por lo Federación i por la Libertad que deseamos hallar la Regeneración de /../ Bolivia, como todos los indígenas i los blancos nos lebantaremos a defender nuestra República de Bolivia, porque quieren apoderarse el traidor asqueroso Saco Alonsismo bendiendonos a los chilenos (…). 2. Con grande centimiento ordeno a todos los indijinas para que guarden el respeto con los besinos i no agan tropelias (ni crismes) porque todos los indígenas /han/ de lebantarse para el conbate i no para estropear a los besinos/;/ tan lo mismo deben respetar los blancos o besinos alos indijinas porque somos de una /misma/ sangre e hijos de Bolivia i deben quererse como entre hermanos i con indianos” (sic).

La figura de estos dos caudillos indígenas, ha logrado tener una fuerte raigambre en el imaginario colectivo en Bolivia, a pesar de que se intenta confundir a la población, debido a la ambigüedad del tema y la falta de conocimiento de aspectos históricos. En las últimas décadas se ha hecho un uso exagerado y malintencionado de estos temas, empleando el nombre de líderes indígenas para dividir a la población, exaltar los ánimos de forma negativa, promoviendo un odio absurdo e innecesario, que tiene como consecuencia la confrontación de la población que intenta de alguna manera identificarse con algo o con alguien.

Estas figuras indígenas encarnan la memoria de la resistencia, aquella que lucha por preservar la identidad, la cultura y la libertad, aquella que no tolera a los tiranos, aquella que dijo, NO MAS, a los abusos del poder. Aquella resistencia que nada tiene que ver con la idea distorsionada de quiénes viven engañando a la ciudadanía, queriendo mostrarse como nietos o descendientes de estos líderes históricos, sin conocer una mínima referencia histórica, excepto aquellas que ellos mismos han creado para atornillarse en el poder indefinidamente.

Toda narrativa histórica guarda en sus líneas sesgos, vacíos o como ocurre frecuentemente en el país conceptos ideologizados que se encargan de reescribir los hechos del pasado, por ello, es importante conocer y discutir acerca de este y otros temas a fin de evitar que sigan mintiendo o engañando quienes sólo buscan someter al pueblo. Mirar con desdén nuestro pasado, nos mantiene prisioneros de la esclavitud moderna.

  • CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
  • ESCRITOR. DOCENTE UNIVERSITARIO. DIVULGADOR HISTÓRICO. MIEMBRO DE LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DE BOLIVIA.
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