Ese era el impuesto al salario que trató de hacer aprobar hace 21 años el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Motivando su huida en una insurrección ciudadana, policial y militar. Porque al trabajador, al que verdaderamente produce riqueza en el país, no se le toca el bolsillo.

Hoy en día, estamos con una devaluación de la moneda y un proceso inflacionario que cualquier trabajador asalariado ya ha perdido el poder adquisitivo en muchos artículos hasta en un 50%. Subieron los alquileres de viviendas, no les devuelven sus anticréticos y las cosas se ponen cada vez de mal en peor; aunque salgan diputados y senadores negacionistas a hacerse la burla con tamañas estupideces como que: “hay crisis, pero todavía no hay filas para comprar pan o médicos y abogados trabajando de taxistas” (Ajpi, 01/07/2024). Ya quisiéramos que él estuviera verdaderamente trabajando en algo que no sea solo sentarse y alzar la mano y cobrar 21.000 bolivianos cada mes.

La gran diferencia entre febrero de 2003 y hoy, era que ese impuestazo solo hubiera afectado a los asalariados y eso fue lo que encendió el chispero que dio por el suelo hasta las cenizas con el nacionalismo liberal y que propició la entrada del nacional socialismo. Pero ¿a qué precio?.

La crisis económica galopante está aquí y ahora, con una moneda que pierde su valor a un promedio de 1 centavo por cada día desde hace un año y medio, y que promete tristemente llegar hasta 20 bolivianos por dólar hasta octubre -esperemos no sea otro octubre negro-.

Además, con un gasto público insostenible y más de 60 empresas deficitarias y subvencionadas desde hace años; empleados públicos por doquier, para todo y para nada – como en la Asamblea Legislativa – con una economía hecha girones y una inseguridad jurídica visible desde la luna. Hacen que ese impuestazo del MNR y todo lo que hizo el liberalismo, empalidezca de vergüenza por su insignificancia comparado con éste “impuestazo” del MAS. Que como en el cuento de la rana en la caldera, nadie salta hasta que es demasiado tarde. Nadie salta hasta que todos estemos cocinados o endeudados hasta el copete y sin ingresos.

Esto es así, porque al menos dos formas favoritas para el Estado-Gobierno-Partido, para meter mano en bolsillo ajeno y quedarse con ese dinero: el impuesto determinado por esa misma Asamblea Legislativa inoperante mediante una Ley, y el más importante: el Impuesto Inflacionario que se lo palpa en el grosor de la billetera a mitad de mes y muy pronto, antes del primer lunes de mes.

4% al 12% fue el impuestazo en el MNR y ese porcentaje ya lo pasamos hace un año y nadie dijo nada. Triste, pero cierto.

  • JORGE ESPAÑA LARREA
  • Abogado. Sociólogo
  • *NdE: Los Textos Reproducidos En Este Espacio De Opinión Son De Absoluta Responsabilidad De Sus Autores Y No Comprometen La Línea Editorial Liberal Y Conservadora De VISOR21