Constaté que era el único inadaptado en esa pequeña sociedad circunstancial. En el minibús que me trasladaba a un barrio popular constaté que todos los pasajeros estaban con las nucas gachas, abstraídos mirando sus celulares, ignorando el saludo de quien subía al vehículo. De hecho, confirmé que las pantallas de millones de internautas de distintos grupos etarios se ven invadidas por la hegemonía de las redes sociales, que, además de constituir su principal entretenimiento y vía de socialización, representan un canal importante de información.
También confirmé porqué en una entidad como YPFB, de 8.000 trabajadores, un centenar pertenecen al ramo de la comunicación. Es obvio que, de ese grupo, no más de una decena debe trabajar para informar los vaivenes de la empresa, mientras el resto, cumple la función de guerrero digital, que no es más que un nuevo oficio de comunicadores sociales dedicados a echar flores al gobierno, desprestigiar a los adversarios, tergiversar las informaciones y amenazar a los opositores.
Este grupo se ciñe a una narrativa que justifica los actos de gobierno. “Antes estábamos mejor” era el eslogan elegido para señalar que, con la llegada del gobierno precedente, todo se vino abajo y había que reconstruir el país. Pronto la narrativa cambió porque la inflación, la falta de dólares, la subida de los precios y algunos desatinos no podían justificarse con la sola mirada al pasado, de manera que ahora había que hablar en la nueva narrativa de “la crisis mundial”.
No anda mejor la oposición que se encarga de colocarse piedras en el camino y apela a sus propias narrativas horadando el pasado, desenterrando viejas amistades de los potenciales candidatos hasta apelar a supuestos conjuros de la naturaleza contra una persona al punto de ser declarado “k’encha” oficial, por lo que no podrá superar lo que ya está predeterminado por los dioses. Pronto, el matrimonio de uno de los candidatos pasará a ser motivo de debate público y las lisonjas teológicas de un expresidente, por la muerte del Papa, pasarán a ser motivo de burla.
Estas agrupaciones o partidos cargan el problema de haber concentrado todo el capital político en una persona, olvidándose del proyecto; optando por la línea pragmática de convencer al electorado con las promesas de mejorar de la noche a la mañana la economía del país en cien días o previniendo de la derecha satánica que viene a destruir el país, porque si antes el papel aguantaba todo, hoy en las redes sociales se puede mentir con facilidad.
A cambio de esta información recibida y a gusto del emisor, los de las nucas gachas aportan al generar perfiles de usuario, con ingentes cantidades de material audiovisual que se publican y fomentan el tráfico; de esta manera, nuestra identidad se convierte en la principal moneda de cambio.
El filtrado de la información a través de la crítica debería ser una operación básica para el sujeto de hoy, que necesita formación y entretenimiento. Lamentablemente, en las escuelas se prescinde de este nivel de formación, porque los maestros están lejos del estudio del poder de las redes y de la inteligencia artificial.
Así como aprendemos a leer desde las vocales más el abecedario y nos adiestramos en las matemáticas desde la simple suma, es conveniente tomar en cuenta en la educación de hoy la educación en medios de comunicación, para crear conciencia, fomentar su uso creativo y constructivo, mayor participación y, tener en el futuro ciudadanías activas de niños y jóvenes, de cara a la influencia de los medios.
Las personas mayores deberían pasar también por este proceso para quitar crédito a todo lo que ven en las redes sociales, entender que cuando alguien habla de sanear la economía en cien días, están utilizando una hipérbole y cuando se habla del Fondo Monetario Internacional, no necesariamente se está hablando del monstruo de las cien cabezas.
Ojalá en la nueva reforma educativa se pueda contar con figuras profesionales bien formadas, con experticia en educación y comunicación, pero ante todo con vocación de diálogo humanista y destrezas técnicas para conectar estas dos áreas, porque las personas de las nucas gachas, de inicio de esta reflexión, necesitan tanta o más educación que sus hijos.
- ERNESTO MURILLO ESTRADA
- PERIODISTA, ACADÉMICO Y DOCENTE UNIVERSITARIO
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