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“Bolivia es mi fuente inagotable de inspiración” afirmó la suiza Francine Secretan, quien cumplió más de 50 años de trayectoria y casi todos en el país. Esta artista se asentó en el municipio paceño de Achocalla al que con cariño le regaló un espacio de arte que se convirtió en mirador, pero que hace años era un basural.
Llegó desde Suiza en 1973 y desde ahí eligió las montañas bolivianas como hogar, fuente de inspiración y como punto de conexión con la tierra. Por años hizo de la escultura una herramienta de los rituales andinos y se consolidó, así como una de las artistas más prolíficas de su generación cumpliendo más de 50 años de trayectoria.
“El ser humano, en las antiguas civilizaciones, sabía que existía algo más grande, algo cósmico y al mismo tiempo sabían que se podían alcanzar y desarrollar niveles más elevados. Lo sagrado es el respeto, las ofrendas y el deseo de crear algo más grande que uno mismo”, explica mientras continúa afinando detalles para su próxima presentación: Horizontes Sagrados.
Son más de 50 años de arte en diferentes facetas. Francine ha explorado la escultura y pintura, además tiene estudios sobre la cultura andina y la creencia de una conexión entre este mundo y uno superior. Su nueva presentación se estrenará el lunes 4 de septiembre y estará hasta el 28 de ese mes, en el Espacio Patiño, ubicado en la avenida Ecuador 2294 esquina calle Rosendo Gutiérrez.
La pronunciación de la «r» en sus respuestas revela sus orígenes. En Achocalla, donde vive, aún la llaman “la gringa” mientras que sus conocimientos de los rituales andinos y su sensibilidad la ubican como una experta de rituales aymaras y andinos. “La esencia de lo que hago pertenece a Bolivia porque la esencia del ser humano es una expresión del lugar de donde vive”, señala y confiesa que la cosmovisión andina la identifica.
Su arte trascendió desde 1974 cuando lanzó una obra de temática andina, pero el punto álgido de sus esfuerzos se vio en septiembre de 2015 cuando transformó un basural en Achocalla en un centro espiritual al poner sus esculturas. El lugar hoy es un mirador con vista a la Cordillera de los Andes y donde se aprecia esculturas de cuatro a cinco metros de alto.
“Admiro a muchos artistas porque con Internet podemos acceder a tanta información. Estoy fascinada con todo lo que tenemos, porque esa creatividad nos lleva a abrir unas fisuras que nos revelan nuevas posibilidades de percibir nuestro mundo”, reflexionó.
La artista tiene 30 exposiciones individuales en diferentes países de Europa y participó de 115 exposiciones colectivas. Aunque tiene 18 premios en Bolivia y otros internacionales es clara en mencionar sus prioridades: “Una obra de arte siempre debería tener poesía. La poesía es la palabra, el color, las formas que están juntas y que sorprenden porque en la vida común no están juntas. El arte provoca una emoción nueva y esto es muy importante en cualquier obra”, expresó.