Contrabando, un síntoma de una enfermedad estatal

ALVARO CHIPANA

“Contrabando” es una palabra proveniente del latín que significa “en contra de una ley o en contra de una prohibición”. Este término se ha utilizado históricamente para describir el hecho de comercializar bienes de manera ilegal, evadiendo restricciones y tributos impuestos por las autoridades.

Según la Aduana Nacional de Bolivia, el contrabando es la importación o exportación ilegal de mercancías, evadiendo impuestos, aranceles y controles aduaneros, lo cual supuestamente representa una competencia desleal para el comercio “justo” y una pérdida de ingresos para el Estado. El contrabando ha estado presente en la historia de muchas naciones, y Bolivia no es una excepción. Aunque es ampliamente condenado por la sociedad y las autoridades, es necesario analizar sus aspectos económicos con una mirada más amplia. Por lo tanto, exploraremos los beneficios económicos del contrabando en Bolivia, respaldándonos en datos reales y fundamentos teóricos, con el objetivo de ofrecer una visión equilibrada y una perspectiva positiva sobre esta controvertida actividad.

Por lo tanto, cabe aclarar que, en defensa del libre mercado, cualquier pago de impuestos, trabas burocráticas y medidas arancelarias solo son medidas entre gobiernos para favorecer a los políticos de turno. Estas medidas generan una distorsión sobre los precios reales, lo cual encarece los productos que ingresan al país y también genera un mayor desincentivo en la inversión tanto nacional como extranjera en nuestro país. Es por estas razones que el contrabando en Bolivia se origina debido a las altas cargas impositivas y barreras burocráticas que desincentivan el comercio formal. Si bien es importante abordar el contrabando y sus problemas asociados, como la evasión fiscal y el “comercio ilegal”, también se debe reconocer que el contrabando se presenta como una respuesta natural a la excesiva intervención estatal en el comercio, es por ello que el liberalismo defiende la libertad individual y la propiedad privada como pilares fundamentales para el desarrollo económico y la prosperidad de la sociedad en general.

Aunque el contrabando es ilegal, es un acto de beneficencia social y de resistencia frente a las barreras artificiales impuestas por el gobierno, permitiendo a los individuos ejercer su derecho inalienable de intercambiar bienes y servicios en un mercado libre. Al desafiar las regulaciones restrictivas, el contrabando no solo promueve la eficiencia económica, sino que también evidencia la necesidad de reducir la intervención estatal y permitir la autorregulación del mercado para lograr un mayor florecimiento de la economía y la libertad individual.

Según explicaba Adam Smith, el contrabandista estaba involucrado en una “tarea productiva” que servía a sus compañeros (los consumidores). Sin embargo, si era capturado por el gobierno y procesado, su capital sería “absorbido” en beneficio del Estado o del recaudador, lo cual es un uso “improductivo” debido a la disminución del capital general de la sociedad.

Por todo lo anteriormente citado, el contrabando surge como una respuesta lógica a las políticas intervencionistas del Estado. Para combatir el contrabando de manera efectiva, se deben considerar enfoques que promuevan la reducción de barreras comerciales, la simplificación de los trámites administrativos, la reducción de impuestos y aranceles, y la búsqueda de un efecto de bienestar entre la regulación y la libre actividad económica.

Si bien demonizamos el contrabando como contraproducente para la economía de un país, a continuación, citaré los beneficios que genera esta actividad dentro de nuestra región:

Contrabando como generador de oportunidades.

En nuestro país, ha sido una fuente significativa de empleo y oportunidades económicas para muchas personas, especialmente en regiones fronterizas y rurales donde las oportunidades formales de empleo son escasas. Según datos del Instituto Nacional de Estadística de Bolivia, se estima que el contrabando emplea a más de 200,000 personas directa e indirectamente. Estos empleos contribuyen a la generación de ingresos y al bienestar de miles de familias bolivianas.

Reducción de precios y acceso a bienes de mejor calidad.

El contrabando ha ayudado a reducir los costos de los productos para los consumidores, especialmente aquellos con bajos ingresos. Por ejemplo, la venta de ropa y calzado de contrabando es común en nuestro país y a menudo se vende a precios mucho más bajos que los productos similares importados legalmente. Además, el contrabando también ha permitido el acceso a bienes que de otra manera no estarían disponibles en el país, ampliando la gama de bienes y productos que ingresan de forma informal.

Estimulación del comercio regional.

Según informes oficiales, el contrabando representa aproximadamente el 25% del comercio total en Bolivia, lo cual constituye un gran porcentaje de la economía nacional y tiene un impacto significativo en el crecimiento económico. Además, se estima que el contrabando genera alrededor de $US 1,500 millones en ingresos anuales para los contrabandistas y sus colaboradores, lo que demuestra su importante papel en la economía local y promueve el comercio regional entre Bolivia y sus países vecinos. La restricción de importaciones y las barreras arancelarias excesivas pueden obstaculizar el intercambio comercial formal, lo que limita el crecimiento económico y las oportunidades para los productores y exportadores bolivianos. El contrabando, al evadir estas restricciones, facilita un flujo más libre de bienes y servicios, fomentando la integración económica y beneficiando tanto a los países vecinos como a nuestro país.

Desafío directo al intervencionismo

Aunque el contrabando puede ser considerado una actividad ilegal, su impacto económico es innegable. La eliminación de las barreras comerciales excesivas y la reducción de los impuestos pueden ayudar a combatir el contrabando y mejorar la situación económica general del país, las altas tarifas aduaneras, los requisitos de autorizaciones morosas y la corrupción en los controles fronterizos son barreras para el comercio legítimo. El contrabando, al operar en la economía informal, proporciona una alternativa a las personas que buscan evitar la burocracia y las regulaciones asfixiantes, permitiéndoles llevar a cabo actividades económicas sin restricciones innecesarias.

Para concluir este tema controvertido, citaremos a algunos autores y su posición a favor del contrabando.

Friedrich v. Hayek nos dice lo siguiente: “El contrabando, como cualquier otra actividad que desafía la autoridad del gobierno, puede ser visto como un signo saludable de descontento con el estatismo” (Camino de servidumbre).

Rothbard mencionaba que, el contrabando es un “movimiento legítimo de bienes” que ocurre cuando el gobierno intenta monopolizar o prohibir la distribución de ciertos bienes. Según él, el contrabando es una forma de desobediencia civil y puede ser una manera efectiva de resistir la opresión gubernamental (El hombre, la economía y el Estado).

Por último, Walter Block, quien decía: “El contrabando es una actividad económicamente valiosa y moralmente justificada porque ayuda a los consumidores a obtener bienes a precios más bajos y a los productores a vender sus productos donde hay demanda, sin importar las restricciones gubernamentales” (Defendiendo lo indefendible II).

Entonces, si bien el contrabando es considerado ilegal y se le atribuyen efectos negativos, desde una perspectiva económica austriaca resulta crucial analizar su impacto económico de manera objetiva y basada en datos reales. En nuestro país, el contrabando ha generado empleo, ha permitido el acceso a bienes a precios más bajos, ha estimulado el comercio regional y ha desafiado la burocracia estatal. Esto no implica ignorar los problemas asociados al contrabando, pero una manera eficiente de combatirlo es eliminar las barreras comerciales excesivas y reducir los impuestos, lo cual ayudará a mejorar la situación económica general del país. En última instancia, debemos trabajar para construir una economía sólida y competitiva, y el contrabando debe ser visto como un síntoma de las debilidades de la política económica actual y no como un problema aislado.

ALVARO CHIPANA OROZCO

Ingeniero Petrolero, maestrante en Economía y Ciencias Políticas. Gerente Librería Libertad Literatura

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21