CARLOS ARMANDO CARDOZO
Cerca a conmemorar un nuevo día del trabajador en Bolivia; los recurrentes incrementos salariales que solo benefician a 2 de 10 de bolivianos que efectivamente cuentan con un empleo, 1 presionado a sobrevivir porque las consecuencias de cada 1ro de mayo se hacen sentir en la administración de una empresa privada y el otro tratando de disfrutar de su pega en la administración pública lo más posible hasta que una nueva rotación lo obligue a volver a la inactividad laboral pero marca un retorno a la actividad política, engrosar las filas de los movimientos sociales con miras a volver a ser beneficiado con un puesto en cualquier dependencia de la función pública.
¿Qué pasa con los 8 bolivianos restantes? Bueno estos tienen que adaptarse a que la nueva disposición reduce aún más la posibilidad de encontrar trabajo por tal motivo deben dejar volar su imaginación e ingeniarse algún oficio o negocio que pueda eludir el control de la burocracia y al mismo tiempo deje algún margen de rentabilidad que le permita comer un día más. Ese es el milagro económico boliviano. Preso del siniestro matrimonio entre el estatismo y el sindicalismo más burdo.
Un ejemplo más de los muchos que hay es la Fábrica Nacional de Cemento (FANCESA), a inicios de esta semana uno de los síndicos confirmo el cierre de la sucursal regional de oriente (Santa Cruz) tras haber cumplido su ciclo. Los altos costos de funcionamiento y el bajo nivel de ventas fueron los criterios utilizados para dar la orden para el cierre de la principal sucursal de FANCESA, allá donde se veía el futuro y en un momento dado se pensó instalar una nueva línea de producción.
Desde el año 2010 que la Fábrica Nacional de Cemento, cayó en manos del Gobierno Departamental de Chuquisaca por Decreto Supremo 0616 firmado por el entonces presidente Evo Morales, el paquete accionario representa el 33,34% de participación de los también forman parte el Gobierno Municipal de Sucre y la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca cada una con 33,33% de participación.
El asunto es que la politización definitiva de la fábrica en su administración, vino acompañado con un clima de total inestabilidad promovido desde sus propias copropietarias. La inestabilidad en los altos mandos gerenciales donde se tenían posiciones “interinas” en lo que se ponían de acuerdo los representantes, corrijo, en lo que transaban bajo intereses exclusivamente personales.
Las decisiones transcendentales en base a las oportunidades que presentaban el mercado fueron guiadas hacia los intereses sectoriales del entonces gobernador de Chuquisaca, Esteban Urquizu (MAS), quien sentenció en su momento “ni un tornillo de la nueva fábrica a Santa Cruz” aludiendo que todos los empleos nuevos que potencialmente se crearían debían ser para los chuquisaqueños. Esta obtusa lógica cerro la posibilidad de expansión de la fábrica y concentrar sus esfuerzos en su principal mercado, en ese entonces. Cabe aclarar que en la ecuación también hubo una clara inclinación para beneficiar al sector sindicalizado del transporte pesado que pudo imponer vía gobernador su posición sectorial.
Los estados financieros auditados de FANCESA disponibles en la Bolsa Boliviana de Valores dan cuenta que entre 2015 y 2020 las ventas tuvieron un descenso anual promedio de -8,10% por otro lado los costos administrativos tuvieron un incremento anual promedio de 0,75%. Una vez que se descartó la idea de montar una nueva línea de producción en Santa Cruz se decidió por invertir cerca de otra fuente de materia prima cercana a la ciudad de Sucre para tal efecto se emitió bonos de deuda para capitalizarse, dos emisiones una en diciembre 2016 y otra en octubre de 2017 que ascienden a 658 millones de bolivianos (94,5 millones de dólares americanos aproximadamente)con fechas de vencimiento en noviembre 2026, octubre 2023 (serie A) y octubre 2029 (serie B) respectivamente. La obligación asumida supone pagar un total de 310 millones de bolivianos (44,5 millones de dólares americanos aproximadamente) que se explican a partir de las tasas de interés de los bonos nominales que fluctúan entre el 4% y 5,70% anual.
Un escenario donde las ventas caen consecuencia de la entrada de nuevos jugadores al mercado con mayores ventajas que las de FANCESA más una deuda acumulada que si bien permitió incrementar la capacidad de producción para desarrollar una economía de escala no termina de traducirse en mayor participación en el mercado, dictaría algo de racionalidad en sus copropietarias. ¿Qué paso? Las copropietarias acordaron recibir sus dividendos en especia ante el problema de liquidez de la fábrica. Si esta es la gallina de huevos de oro, lo que plantean hacer es sacarle los miembros mientras esta se encuentra aún con vida. Desatinado, incoherente, irresponsable, los adjetivos sobran cuando tratamos de calificar este tipo de actitudes.
Un simple análisis de costo de oportunidad nos mostraría que se está privando de existencias que potencialmente podrían acomodarse en otros mercados y así incrementar sus ventas, ya venidas a menos. En su lugar se opta por acumularse en algún depósito del Gobierno Municipal, Departamental y Universidad Pública.
Una empresa creada allá por enero de 1959, transcurridos más de 60 años atraviesa un oscuro callejón sin salida aparente luego de 11 años en manos de los políticos. Sin experiencia, sin capacidad de interpretar las oportunidades de mercado, endeudados en un contexto por demás hostil (pandemia de por medio) sin un rumbo definido preocupados por el corto plazo, inconscientes de su “proeza”. En síntesis, como quebrar una empresa: Paso 1: poner políticos a cargo, Paso 2: esperar, simplemente esperar.
CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA
Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de la Fundación Lozanía
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21