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CARLOS LEDEZMA
Cuentan las crónicas del tiempo, que el 5 de enero del año 1938, nacía en Roma, Italia, Juan Carlos de Borbón, heredero al trono de España. Lejos del suelo de sus antepasados, debido a que la familia real española se había visto obligada a asentarse allí tras la proclamación de la República el año de 1931. Poco tiempo después del nacimiento del pequeño Juan Carlos, La Guerra Civil española derivó en la dictadura militar instaurada por Francisco Franco. Ante este panorama de incertidumbre, la familia real se mantuvo en el exilio todavía por algunos años.
El inicio del siglo XX en España, fue una consecución de todos los temas pendientes que se venían arrastrando desde un siglo antes. Guerras, pronunciamientos militares, problemas políticos, sociales y económicos. Las colonias americanas se habían transformado en repúblicas independientes, se produjeron reformas que dieron como resultado cambios en la monarquía tradicional adecuándola a un régimen de tipo constitucional. Durante el siglo XIX se proclamaron varias constituciones en un intento de hallar estabilidad política, periodo conocido como el de Restauración.
Tras el proceso revolucionario francés y posteriormente con las guerras napoleónicas, inicio un periodo fundacional que buscaba contar con Estados contemporáneos, por lo que las monarquías se vieron seriamente amenazadas. Las reformas liberales se habían impuesto y con ellas, comenzaron a surgir Estados-nación. Para la rama española de la casa de los Borbones, el exilio marcaría su historia. Desde Carlos IV nombrado Rey el año de 1788, todos los reyes de España se han visto en la necesidad de abandonar su país en algún momento. Fernando VII (hijo de Carlos IV), tuvo un periodo de exilio en Francia, le sucedería Isabel II, quien murió en Paris poco tiempo después de marchar al exilio, su hijo Alfonso XII, quien murió bastante joven al poco tiempo de haberse restaurado la dinastía monárquica en España, la reina María Cristina de Habsburgo fungió como regente, debido a que el heredero Alfonso XIII, no nacía. Este último, reinó por un largo periodo de tiempo, hasta el año 1931, cuando decidió establecerse en Roma junto a su familia y donde moriría una década más tarde.
Juan Carlos, piso suelo español por vez primera al cumplir sus 10 años de vida, terminó sus estudios en el Instituto San Isidro, Madrid, para proseguir sus estudios en las Academias y Escuelas Militares del Ejército, donde obtuvo el grado de oficial. Posteriormente se graduó en la Universidad Complutense de Madrid, en estudios de Derecho Político e Internacional, Economía y Hacienda Pública.
En 1954 conocería a Sofía de Grecia, con la que contrajo matrimonio el 14 de mayo de 1962, en la Atenas Griega. Los príncipes se convertirían en padres un año más tarde, siendo Elena la primogénita, Cristina sería la segunda y Felipe llegaba al mundo en 1968. En la España Franquista, se designó a Juan Carlos como sucesor al título de Rey, apartando a Dn. Juan, conde de Barcelona, debido a las conocidas diferencias entre el dictador y el padre de Juan Carlos, quien no renunciaría a sus derechos de sucesión hasta el año de 1977.
En noviembre de 1975 y tras la muerte del dictador, Juan Carlos I era investido y proclamado como Rey de España el día 27. En medio de una emotiva y simbólica ceremonia de unción conocida como “Misa de Espíritu Santo”, el Rey comenzaba a mandar en su reino. Se abría un periodo de transición –tras más de 35 años de dictadura–, durante este periodo el rol del monarca fue determinante. Se pudo lograr la celebración de elecciones libres y democráticas, la Constitución Española fue ratificada mediante referéndum, intervino ante el intento golpista el año de 1981, coadyuvando a la consolidación económica de su país.
Con el paso de los años, salieron a relucir informaciones que involucraban escándalos de la monarquía española. La imputación de Undargarin (Yerno del Rey), el accidente sufrido por el Rey mientras participaba en una cacería en Botsuana durante una profunda crisis económica que asolaba a su país; salieron a la luz pública detalles de su vida privada y de relaciones extramatrimoniales, las investigaciones acerca de sus finanzas, entre otras, fueron ensombreciendo su imagen.
Con la salud desmejorada y el desgaste notable de su figura ante la opinión pública, Juan Carlos I abdicó en su hijo el reinado español en 2014. En medio de luces y sombras, habrá que mencionar que pudo lograr la estabilización de una sociedad profundamente dividida. En su calidad de jefe de Estado tomó decisiones concretas cuando había que hacerlo, pudiendo ser un vínculo de confianza entre las fuerzas políticas que habían polarizado España, independientemente de sus múltiples errores.
En un contexto en el que está de moda “el qué”, para elegir a un gobernante, en lugar de “el cómo”; la monarquía moderna equiparada al “político” actual, podría contribuir significativamente para entender la diferencia de valores de quien lleva la tradición para gobernar y el que sólo intenta disponer de una oportunidad para cambiar su realidad. La naturaleza de la monarquía reside en demostrar cada día que son reyes y comportarse en consecuencia, “abdicando” ante cualquier cuestionamiento, situación que resulta abstracta, desconocida o nula para el “político”, encarnado frecuentemente en la figura demagógica, convertido en un proyecto de corto plazo repleto de vulgaridad.